El chileno Manuel Illanes ensaya sobre Ciudades en el tiempo de Antonio Cisneros, que "reúne una serie de crónicas, escritas por el poeta peruano a lo largo de muchos años, donde éste relata parte de las visitas que realizó en su condición de poeta a distintos lugares del mundo". El libro fue publicado originalmente en 2001 y reeditado por La Otra el año 2014.
Todo lo sólido se desvanece en el aire
Manuel Illanes
Sobre el libro de ensayos Ciudades en el tiempo de Antonio Cisneros
En "Con unos ojos ajenos [Fenollosa, Pound, Eisenstein, Michaux]", uno de los artículos que integran el libro La ciudad de los nómadas, Miguel Casado efectúa la siguiente afirmación respecto de la visión de algunos intelectuales occidentales de la escritura china — que tantas repercusiones ha tenido en la poética de Occidente, desde Tablada hasta W.C. Williams: "Quizá lo que hicieron Pound o Eisenstein fue aprender a mirar lo nuestro con unos ojos ajenos, asumir esa mirada para vernos desde fuera y abrir campos." El comentario final de Casado parece dar cuenta de cómo la observación de esta cultura extraña permitió, de manera paradójica, establecer un nuevo punto de vista para pensar la propia cultura, lo que se reflejó, a nivel literario, en el trabajo de poetas de la talla de Ezra Pound y Henri Michaux. Particularmente Michaux hace propio este concepto de la "ajenidad" en textos como Un bárbaro en Asia y Ecuador, libros de viaje donde los haya, en que la mirada fascinada que generalmente observamos en estos relatos cede su espacio a un tipo de análisis descarnado, tanto de los sujetos como del paisaje de los países que visita; la agudeza de la mirada que el poeta belga desarrolla en los libros antes mencionados se fundamenta en un uso feroz de la ironía, que destella de comienzo a fin en ambos textos. El papel central ´que ocupa aquella en la obra de Michaux tiene relación con un mundo "moderno" como el nuestro donde las contradicciones afloran evidentes ante al más mínimo examen que se haga de la realidad; la ironía se vuelve, en este entorno contradictorio y cambiante, una herramienta hermenéutica para desentrañar la operación del mundo pues, tal como lo advierte Marshall Berman en el prefacio a Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad: "no hay que asombrarse entonces de que, como dijera el gran modernista y antimodernista Kierkegaard, la seriedad moderna más profunda debe expresarse a través de la ironía. La ironía moderna ha animado muchas grandes obras del arte y el pensamiento a lo largo del siglo pasado y al mismo tiempo penetra en la vida cotidiana de millones de personas corrientes".
Me permito estas disquisiciones en torno a la mirada con ojos ajenos —destacada por Miguel Casado— y la ironía, con el fin de situar la aproximación que Antonio Cisneros emprende en Ciudades en el tiempo. Crónicas de viaje (libro publicado originalmente en 2001 y reeditado por La Otra el año 2014). El texto reúne una serie de crónicas, escritas por el poeta peruano a lo largo de muchos años, donde éste relata parte de las visitas que realizó en su condición de poeta a distintos lugares del mundo. El recorrido por las ciudades y países señalado en el libro abarca un extenso período de tiempo que va desde las primeras visitas de Cisneros a Europa en los 60′ hasta bien entrados los 90, lo que coincide con una etapa de profundas transformaciones tanto en América Latina como en Europa, Japón y Estados Unidos (en términos latinoamericanos, por ejemplo, pasamos de la revolución cubana del 59 a las dictaduras sitas en distintos países de América Central y el Cono Sur durante las décadas de los 70 y 80), transformaciones que se ven reflejadas en las crónicas y que podemos remitir, nuevamente, al análisis que Marshall Berman efectúa de la cultura moderna en el libro ya mencionado: "La gloria de la energía y el dinamismo modernos, la extraña intimidad entre ellos; la sensación de estar atrapado en una vorágine en la que todos los hechos y valores se arremolinan, explotan, se descomponen, se recombinan; la incertidumbre básica sobre lo que es fundamental, lo que es valioso, hasta lo que es real; el estallido de las esperanzas más radicales en medio de sus radicales negaciones". Esto se exhibe, por ejemplo, en el texto que abre el libro, "Ciudades en el tiempo o las falsas nostalgias de Simbad el marino", donde Cisneros nos ofrece una travesía por algunas de las urbes que fueron importantes en su vida (Budapest, París, Londres, Berlín, San Francisco, entre otras) y en la que, también, caracteriza un período glorioso, en muchos términos, pero ya caduco, hace mucho dejado atrás: "Earls Court Road, London SW10. Desde aquí salen todos los caminos del universo. Y el universo me pertenece por completo. Tengo una camisa floreada, un collar de colmillos y la melena enmarañada contra el viento. En el pub de la esquina, The Seven Bells, me espera una muchacha y un jarro de cerveza roja como el rojo de la bandera del Perú. Soy el hijo favorito de las flores. Dios me ama. Mick Jagger canta "Angie" en la antigua estación de la Round House." (p.12).
Es inevitable recordar, a la luz de estas palabras, ciertos versos del extraordinario poema de Rodolfo Hinostroza, "Imitación de Propercio" ("Mi amada me espera en la Puerta de Lilas / iremos en auto-stop a Salzburgo / Mozart prende las estrellas / nos revolcaremos sobre campos de avena / una vez más hacer el amor será un milagro / entre dos o tres / y las suecas de largas piernas / el invierno nórdico / cantando cosas / lúbricas forever / descubriendo la dulzura de Acapulco / nuestra propia dulzura"), pero el tono aquí es completamente distinto: la distancia temporal del que relata respecto a esta "edad de las flores" introduce una extrañeza frente a los hábitos libertarios de los 60′ que conduce directamente a la ironía, al contraste entre un momento histórico y otro. Así, en la crónica "Mi amigo Allen Ginsberg, mi conocido", escrita a raíz de la muerte del vate estadounidense en 1997, Cisneros esboza un retrato en claroscuro, basado en sus encuentros con el poeta: en primer lugar lo señala como una suerte de ícono de esa época: "Y, sin embargo, amén de mi modesta lectura, mis dedos, emocionados, recorrieron los versos, uno a uno, olor a tinta fresca, hasta apoderarse del alma del poeta que, en ese tiempo era, o parecía, la imagen misma de la libertad". A esto sigue la narración de una lectura hecha por Ginsberg en Londres, circa 1967: A la mañana siguiente, barbudo y místico y estrafalario, dedicado a las sutras y salmodias, acompañándose de una cítara, convocó entre los pastos de Hyde Park a los muchachos pelucones (yo entre ellos) y a las muchachas sin sostén. Todo era flores y amor y el universo, qué duda cabe, la gran felicidad" (p.66). La diferencia no puede ser más notable si pensamos en lo que nos dice de su coincidencia con Ginsberg, más de una década después: "En 1980, casi quince años después, me volví a topar con Ginsberg. Fue en un encuentro internacional de poetas en Managua, días en que el sandinismo hacía su debut en sociedad. Al comienzo me costó trabajo reconocerlo. El monstruo de la década prodigiosa (así llaman los cándidos a los años sesenta) se había convertido en un señor de talla discreta, regordete, lampiño y rosado, con modales de viejita. Lo poco que lo ataba a su imagen de antaño era la fiel compañía Peter Orlovsky, también descangallado y quizás alguna aureola que yo quería ver" (pp.66-67). Y un poco más adelante, nos revela: "Almorcé un par de veces con el viejo beatnik. Sus temas esta vez versaban sobre la dieta grasosa del hotel, de donde casi no salió, y lo mal que pagaban en las universidades americanas".Me parece evidente que en el retrato que Cisneros hace de Ginsberg, a pesar de este marcado contraste, aflora finalmente la admiración que el poeta peruano sentía por al estadounidense; pero lo es también el que se manifiesta en él la voluntad desmitificadora que varios críticos, entre ellos Marco Antonio Campos, han indicado como una de las claves de lectura de la poesía de Cisneros ("muy joven el contrahistoriador, el iconoclasta revisionista, el desmitificador que suele echar a la hoguera sagas y símbolos, relata con sequedad y crudeza, con humor negro y despreciativo, momentos significativos prehispánicos, de la conquista, de la colonia, de la guerrilla fracasada de la década de los años sesenta del siglo XX", nos dice Campos en el prólogo de El caballo sin libertador, antología poética de Cisneros publicada por la Secretaría de Cultura de Michoacán en 2009). Esta voluntad de desacralizar (que es, en última instancia, la de mirar con ojos extraños nuestras ideas y actos) se extiende a Ciudades en el tiempo: confluyen hacia ella el humor y la ironía de los que estas crónicas rebosan. La encontramos en "El imperio de los sentidos", la serie que dedica a Japón y su cultura; en los distintos textos donde habla de su experiencia como residente en Londres, París y Berlín; en aquellos en que se abordan anécdotas biográficas de su vida en Perú y Europa y Estados Unidos (de las que destaca por su humor extremo, "El último dinosaurio", en que se relata el aislamiento del fumador en una sociedad que extiende su prohibición hacia el cigarrillo a todos los ámbitos, y que es pariente del "Sólo para fumadores" de Julio Ramón Ribeyro) y, también, en las crónicas donde trata acerca de lecturas y temas específicamente literarios, como lo es "Una vez Marx", en que Cisneros se enfoca en su propia obra poética, desvelando el origen de uno de sus poemas más célebres, "Karl Marx died 1883 age 65" que aparece en Canto ceremonial contra un oso hormiguero. Este poema exhibe como ningún otro el afán desmitificador presente en la obra de Antonio Cisneros (y quizás de la poesía peruana de los 60′ junto con el famoso texto de Luis Hernández dedicado a Ezra Pound, que incluye los versos: "Ezra: / sé que si llegaras a mi barrio / los muchachos dirían en la esquina: / qué tal viejo, che´su madre") al rescatar ciertos detalles de la vida de Karl Marx que trizan, por decirlo de alguna manera, la imagen heroica que muchos —entre ellos los mismo militantes de izquierda— han intentado levantar: "Ah el viejo Karl moliendo y derritiendo en la marmita los / diversos metales / mientras sus hijos saltaban de las torres de Spiegel a las islas de Times / y su mujer hervía las cebollas y la cosa no iba y después sí". La crónica constituye un verdadero behindthescenes del poema, puesto que el poeta peruano nos indica el dónde y cómo se escribió, ironizando incluso sobre la importancia que se le otorga en su obra: "Karl Marx died 1883 age 65" inaugura el Canto ceremonial contra un oso hormiguero (publicado, por primera vez, en 1968), mi libro más celebrado y popular. Y el buen "Karl Marx…" siempre ha tenido un lugar de privilegio en las traducciones, en los recitales, en las antologías (de tirios o troyanos, de diestra o de siniestra). Elegido, sin remedio y de cajón, casi como si fuera lo único que he escrito en mi vida […] ¿Cuál es la gracia del poema? Lo ignoro francamente" (pp.81-82).
La crónica dedicada al poema de Cisneros es una muestra de cómo este mirar con ojos ajenos que proponía Miguel Casado, a propósito del trabajo de algunos intelectuales, y la ironía que observamos en los relatos de viaje de Henri Michaux operan también en este libro de Antonio Cisneros y permiten vislumbrar su trabajo poético y el tumultuoso período histórico que abarcan los textos incluidos en el libro bajo una nueva y distinta luz, una que muestra su evanescencia, su cualidad de desvanecerse en el aire, como la famosa frase de Marx apuntaba.
Manuel Illanes en Santiago de Chile en 1979. Es Maestro en Letras Mexicanas por la UNAM. Ha publicado algunos libros de poesía, como Tarot de la carretera (Fuga, Santiago, Chile, 2009), Crónica de Tollan (Piedra de Sol, Santiago, Chile, 2012; La Ratona Cartonera, Cuernavaca, México, 2013), Memorias del inframundo (Mantra Ediciones, Ciudad de México, 2016), Paraíso inc. (Ediciones Ojo de Golondrina, Ciudad de México, 2018) y Diario de la peste (Go Ediciones, Santiago, Chile, 2019). También figuran poemas suyos en las antologías Chile mira a sus poetas (Pfeiffer, Santiago, Chile, 2015) y Residencia temporal: seis poetas chilenos en México (Aldus, Ciudad de México, 2016).