Stefaan van den Bremt, poeta y traductor belga de habla neerlandesa, nos presenta al poeta flamenco Marc Tritsmans y nos ofrece un ciclo de su libro más reciente Todo aún está aquí.
Letanía del tiempo
Marc Tritsmans
LETANÍA DEL TIEMPO
I
Que en esos interminables días de verano
al principio aún parece acariciar muy
suavemente nuestro pelo,
pero que a continuación sin aviso previo
como un viento crudo, que restriega,
que no amaina nunca, comienza a soplar,
nos atraviesa sin que en ningún
momento ni lugar haya resguardo
de forma que lentamente nos desmantela
ahueca, desintegra. La piel de
nuestra carne, la carne de nuestros
huesos, nuestros huesos hechos polvo.
II
El arrollador silente,
el rodillo despiadado, el cruel
triturador, el omnipotente
aniquilador de mundos es él
que no deja árbol ni persona
en pie, ni piedra sobre
piedra, ni planeta en su órbita,
que al final también se lleva
la luz de cada estrella.
III
Que no deja una sola célula, ni una sola
fibra de nuestros cuerpos indefensos sin tocar.
Que nos somete y subyuga y adula
guardando en algún lugar de nuestra mente,
incluso si es por el breve plazo
de nuestra existencia, lo que pasó
y lo que en vida no queremos
olvidar. Hasta que de nuevo cae
en la tentación y se propasa
y acaba hundiéndonos tan completamente
que pierde para siempre
el control sobre nosotros.
IV
Esto es, lo tomas o lo dejas,
el único convenio
que desde el comienzo,
todavía ignorantes, con él
debemos de suscribir:
que la vida sólo puede ser
vivida como algo fugaz,
porque los días pasan,
porque estamos de paso.
V
Porque entonces sin él: ¿estaría
entonces todo comprimido
en un único instante indivisible?
¿Ya no acontecería nada, o todo
sería simultáneo porque ya no
habría pasado ni futuro?
Si no existiera deseo ¿no habrían
ni expectativa ni recuerdo,
no habrían ni causa ni efecto?
¿Su afán destructor nos deja tan
pasmados y obcecados que ya no
podemos ver que también es
el fidelísimo, siempre presente,
el poderoso hacedor, el educador
paciente, el maestro sabio?
VI
Esquivo, no es nada el tiempo,
pero sin él nada seríamos
nosotros, nada habría
en parte alguna. Porque, aunque
no le importa a donde vamos
a parar en este mundo, él es el único
que conoce el código secreto,
por el cual a su momento, en
algún sitio, algo puede iniciarse.
VII
Que dio a un sinfín de universos posibles
la oportunidad para surgir de la nada.
Que observó en silencio cómo
con exasperante lentitud se formaban
estrellas, cómo se aglutinaba después
materia aquí y allá creando un puñado
de planetas, sin intención alguna, hasta que
por puro azar, en algún sitio, de pronto surgió
algo extraño llamado vida y murió y surgió.
VIII
Cuánto de él no hizo falta hasta llegar a nosotros,
ahora que sabemos que todo lo que vive sólo existe
por la gracia de raudales de estrellas
reventadas al azar en esos millones de años que nos
precedieron. Porque sólo en aquel horno abrasador
pudieron forjarse todos los elementos de la vida
para que, a tientas, a trompicones,
con infinita paciencia, de unos cien billones
de células se armaran nuestros cuerpos.
IX
Cómo en fin por él aprendimos a mirar,
a escuchar, a atravesar nuestra vida breve
en la que, sí, de tanto se debe uno despedir.
Cómo, pese a ello, nos es dado ver crecer
casi hasta el cielo los árboles que plantamos, mientras
aparecen dondequiera y sin interrupción cosas
nuevas: una y otra vez jóvenes, plantas,
animales y niños que viven hambrientos, y cómo hoy
delante de mis ojos mi nieto da sus primeros pasos
y canta vi a dos tigrillos preparar bocadillos, y demuestra
de manera irrefutable que el tiempo es el inventor,
el padre, la madre, el guardián de todo amor.
X
Algún día o alguna noche nos habrá llegado
la hora. Sí, esa vez el tiempo pasará él mismo
a vernos para anunciarnos que en adelante
nos dejará tranquilos. El instante en que
nuestro corazón ya no, nuestros pulmones ya no,
el momento cuando la cohesión
imposible de nuestros cien billones
de células acabe como era de prever
en la salvaje fiesta de la entropía.
XI
Mientras que todo lo que por tan breve tiempo
tan maravillosamente formó nuestro yo
es lanzado otra vez al mundo como en la
explosión de una bomba de fragmentación
insonora: observen un momento de cerca
nuestros veinticinco billones
de glóbulos rojos cada uno de los cuales
contiene doscientos setenta millones de
moléculas de hemoglobina que a su vez
se componen de diez mil átomos cada una.
Y sé del todo consciente de que ninguno
de esos átomos jamás se perderá.
Bacterias, hongos, plantas, árboles, animales,
seres humanos: todo está en la cuerda floja. En adelante
seguiremos existiendo en lo que vive, ignorantes.
XII
Entretanto nuestra conciencia aún sigue
brillando brevemente en un puñado
de personas, imágenes, palabras
y pronto se apaga. El tiempo,
también a nosotros nos habrá finalmente
liberado y puesto fuera de juego.
Quienes por un momento hemos sido
volvemos a ese estado más verosímil
de inexistencia, que nos es
tan familiar. Y es que antes de estar
aquí, en todos los miles de millones
de años anteriores tampoco hemos estado.
Traducción del neerlandés: Stefaan van den Bremt
Marc Tritsmans (Amberes, 1959), poeta flamenco, publicó hasta la fecha trece libros de poemas. El más reciente, titulado Alles is hier nog (Todo aún está aquí), del que está tomado el ciclo "Letanía del tiempo", apareció en octubre de 2020. En 2011, Tritsmans fue galardonado con el prestigioso premio Herman de Coninck por su poemario Studie van een schaduw (Estudio de una sombra). En 2019, el poeta y traductor sudafricano Daniel Hugo virtió su libro Het zingen van de wereld («El canto del mundo») al afrikaans. Antes, en 2005, salió From now on, una selección de sus poemas vertidos del neerlandés al inglés por James Brockway.