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Días de sueños y pesadillas

grissel-gomezGrissel G. Estrada, poeta y académica mexicana, reseña el libro de Citlali Guerrero conformado por los textos "híbridos entre la historia y la poesía, entre la anécdota y la prosa poética"..

 

 

 

Días de sueños y pesadillas
Grissel G. Estrada

Exacta como la pluralidad del tiempo en que no soy
Reseña del libro ‘Días de sueños y pesadillas’, de Citlali Guerrero

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Citlali Guerrero

            Antonio Gamoneda, el gran poeta español, aborda el problema de la clasificación por géneros de la literatura. Y es que a veces los límites entre éstos no siempre resultan claros, como sucede con La Celestina. No es casual que tal reflexión ocurra en estos momentos de crisis y, en consecuencia, de transición literaria. Dice Gamoneda: "cuando una modalidad del discurso poético empieza a perder sus rasgos tipificantes o a modificar la peculiaridad de sus contornos, lo sensato, opino, es admitir que está disolviéndose su género y que será inútil fetichizar el nombre de éste, porque el nombre no confiere existencia" (Gamoneda, 2020).

Antonio Gamoneda
Antonio Gamoneda
            Más allá todavía, Gamoneda aplica esta reflexión a su propia obra: "En mi escritura se dan momentos en que no tengo conciencia de estar dentro de un género".

            No es secreto que siempre me ha molestado esta nueva tendencia de escribir prosa haciéndola pasar por poesía. No me refiero a la prosa poética, sino a la estructura en versos, engañosa, que finge ser poesía, pero sin imágenes ‒"poesía es imagen", dice Octavio Paz (1986)‒, sin recursos poéticos, sin esa belleza que nos emociona, a la cual nos acostumbró la poesía vanguardista, con sus inexplicables metáforas y arriesgadas sinestesias.

            Sé que la Vanguardia terminó hace mucho tiempo y, por lógica, la corriente literaria que debía seguirle es una suerte de simpleza: el abandono de la tierra de Altazor, de ese pequeño dios que ha agotado todos los nuevos universos posibles y al que sólo le queda el retorno a la realidad, a lo mundano. Este retorno se ha llamado en artes plásticas arte conceptual o conceptualismo, mismo que aplicaré a la literatura. La trayectoria de la Vanguardia al conceptualismo está plagada de ese prosaísmo del cual me quejo. Sin embargo, ya ha llegado a un punto de encuentro con la poesía auténtica. Me explico.

            Al contrario de lo que había creído con fe y angustia estéticas,su encuentro es emocionante. Por fin, después de años de experimentos e intentos fallidos ‒lo cual ocurre hasta en la ciencia, o más en ella que en ninguna otra actividad humana‒, la prosa logró colarse a la lírica dotándola de un dejo filosófico, hecho que al final no es tan simple como yo pensaba. Ejemplos de esta nueva corriente literaria son tanto la reciente ganadora del  Nobel, Louise Glück, como la joven Premio Aguascalientes, Elisa Díaz Castelo. Entre esas dos generaciones se encuentra Días de sueños y pesadillas,de Citlali Guerrero.

            Me sorprendió gratamente la forma en la cual Guerrero se ha superado a sí misma en la búsqueda del lenguaje poético, dando cuenta de su propia voz. Días de sueños y pesadillas es una obra extraña. Está dividida en tres partes:"Segundo sueño y pesadilla", "Tercera pesadilla", y "Cuarto sueño", reminiscencia del de Sor Juana, donde la voz lírica sale de su cuerpo y emprende un viaje astral que le permite reflexionar sobre la realidad en concordancia con la ciencia de la época. Es un experimento. El libro de Citlali reflexiona sobre el pasado y el devenir:

Muchas veces pensé en la teoría de la simultaneidad. Mi abuela en el
muelle y Paz en un reflejo más profundo y más vacío frente al mar.
No me preocupo, dentro de un siglo volverán los trenes, las aves migratorias,
las gargantas de los niños a repetir la historia conocida frente a la
naturaleza de los muertos.
Dentro de un siglo volveremos a ser olvido, ramas de un libro que no
se ha escrito, sueños y pesadillas repetidas y fieras como pétalos y lirios.
Hay años que se conocen como catástrofe, siglos que destruyen una
vida, siluetas que nunca encuentran su camino (p. 36).

 

            En una combinación de historias lejanas, casi exóticas por la lejanía del tiempo y del espacio, pero enmarcadas en la historia occidental, el narrador da cuenta de su pasado: una prosa envuelta en esa poesía que provoca el misterio. Lo misterioso es provocador y poético. Híbridos entre la historia y la poesía, entre la anécdota y la prosa poética, estos textos ‒siguiendo las dudas razonables de Gamoneda no me animo a llamarlos poemas, aunque contengan poesía‒ son casi imposibles de ubicar en algún género literario.

            A partir de acontecimientos históricos que tocan de continuo su historia familiar, Guerrero crea textos a través de poderosas imágenes, con lo cual también se pierde el límite entre lo social y lo personal, y se genera un hálito de misterio. Narrarse a sí misma, afirma Judith Butler (2009), es encontrarse con el Otro, dar cuenta de sí misma a Otro. "La manifestación del yo disuelve su interioridad y la reconstituye en su externalidad": la confesión lleva a la verdad (155).

            Días de sueños y pesadillases la búsqueda de un origen, de un pasado remoto que resulta ser el origen de toda la humanidad,exploración que emprende –sin pudor– la voz lírica. Éstaa veces es la autora; otras, un ente que deambula en el pasado antes de ser. Guerrero escruta la autoficción en la poesíay, al mismo tiempo, va más allá del intimismo. Su paso atraviesa la historia mundial, de Oriente a Occidente, de la prehistoria al día de hoy:

            En ese tiempo se construía la parte superior del Monte Moriah, dentro
            de la antigua ciudad de Jerusalén.
            Al oeste, una mirada atenta a los humanos se divertía escondiendo
            paños blancos en cuevas de almidón.
            Ni siquiera pensar, u olfatear en qué lugar se encontraban mis ancestros.
            La memoria no alcanza para tanto, aunque la eternidad del tiempo seainfinita (p. 11).

Dicho recorrido es una búsqueda interior:

El signo normal de la evolución es utilizar correctamente los miembrosposteriores del cuerpo. La mía es una desolación en busca de su camino (p. 14).

            Así, de lo general a lo particular, una serie de episodios simultáneos sin relación alguna –o ¿quién sabe?–, ocurren lejanos, y resulta que lo histórico literario sucede al mismo tiempo que eventos no registrados, particulares, no necesariamente cotidianos, aunque em algunos casos lo sean. En cada texto desfilan Vargas Llosa, Napoleón, la australopithecus Lucy, Federico el Grande, Nagaya Okimi, personajes de ficción como madame Bovary, etcétera, junto a parientes de la autora, como la abuela Taurina Suástegui Gutiérrez, la tía abuela Alfa Suástegui Gutiérrezy la prima Hortensia Núñez Clemente.En estayuxtaposición de personas y personajes, los acontecimientos de familia cobran su verdadera y conmovedora riqueza; se develan secretos, aunque de algunos prevalezca sus misterios; se detallan hechos cotidianos que por azar pudieron haber trascendido o, simplemente, sin importancia. Mientras Isaac Bashevis recibía el Premio Nobel de Literatura, "mi abuela Taurina Suástegui me contaba la historia maravillosa de los peces multicolores o, al menos, es lo que dicta mi memoria" (p. 22). ¿Qué hechos dependen de qué azar, de qué momento preciso?:

En 1849, Holmes se casó con la señorita Missouri T. Barret. Los árboles
eran más quietos que las hierbas. Cien años más tarde nació Glafira Morales.
Hija natural de nacimiento.
Ajena a la biografía feliz, fortuna y buenas acciones del matrimonio
Holmes-Barret.
Ajena a Walt Whitman, que en 1855 pagó la primera edición de Hojas
de hierba.
Todo es una mirada al azar, luz que no sigue los mismos pasos.
Dobleces sin explicación alguna, un instante quiebra lo que pudo ser
la buena fortuna.
Alguien sufre en otra hora la consecuencia de este acto.
En toda su vida Glafira Morales escribió cincuenta poemas, inéditos.
La historia no tiene registro de este hecho.

Entretanto, cadáveres yacen en recién abiertas fosas/ ensangrentados cuerpos
de adolescentes (Guerrero, 2019: 13).

            Este texto remata con versos de Walt Whitman, los cuales nos regresan de manera abrupta y agresiva a la realidad de México, a sus fosas clandestinas y feminicidios.

            Esa es otra característica de esta obra: citas de científicos y escritores (señaladas con letra cursiva) se cruzan para armar la recreación; autores como Marosa di Giorgio, Haruki Murakami, Dámaso Alonso, entre muchos otros. No siempre los lectores podemos identificar a quién pertenecen esas alusiones (recuerdo un libro del joven poeta Emiliano Álvarez, también lleno de citas en cursivas, que al final indican quiénes son sus autores). Esa es mi objeción a la presente edición.

            Días de sueños y pesadillasno es un libro fácil, pues además de estar repleto de referencias históricas, cultismos, citas, el enigma familiar se erige en el centro de los hechos históricos. Conforme avanza el libro se vuelve más lírico.

            Citlali Guerrero es un ejemplo de autotrascendencia, de un quehacer poético que no se conforma y apuesta al cambio sin miedo. Su palabra madura es extraordinaria y segura. Porque todos somos resultado de los tiempos y los acontecimientos. Sus palabras audaces logran mi reconciliación con estos nuevos tiempos líricos. Enhorabuena.

 

Bibliografía

Buttler, Judith (2009). Dar cuenta de sí mismo.Violencia, ética y responsabilidad.
Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Gamoneda, Antonio (2020). "Más allá de los géneros literarios".Taller Igitur. Revista
Literaria (7 de diciembre). Disponible 10 de enero de 2021:
Guerrero,Citlali (2019). Días de sueños y pesadillas.Guadalajara: Instituto Sinaloense
de Cultura.
Paz, Octavio (1986). El arco y la lira. Ciudad de México: Fondo de Cultura
Económica.

 

Grissel G. Estrada nació en la Ciudad de México en 1970. Poeta, ensayista. Licenciada
en Letras Hispánicas por la UAM y maestra en Literatura Española por la UNAM.
Profesora investigadora de la UACM. Obtuvo el primer lugar en el Concurso de Poesía
UAM 96 y el segundo sitio en el Concurso Nacional de Poesía Efraín Huerta, en 1997.