Pocas veces un narrador dedica sus letras para hablar de un libro de poemas, y este es el caso. El reconocido novelista sinaloense habla aquí del poemario Güebsait, de Karina Castillo, recientemente publicado por el Instituto Sinaloense de Cultura en Culiacán, Sinaloa.
EL DESIERTO SUFRE PORQUE DESEA EL AGUA DE LAS GEMAS
Élmer Mendoza
Señala Karina Castillo en su libro de poemas Güebsait, publicado por el Instituto Sinaloense de Cultura en Culiacán, Sinaloa, México, en diciembre de 2020. Es un poemario dedicado a la palabra, al amor y al juego que permiten los mensajes de texto en la Website. Se trata de una poeta que se explaya en sí misma, y en la misma presentación del volumen establece qué, «la métrica no es medida en las palabras, sino espíritu osado para confesar lo prohibido», y se percibe una atmósfera en que se abre una puerta para confidencias de una poeta que no abriga temores ni conoce limitaciones. Algo así como un estruendo silencioso. Una pirotecnia que sacude todos los cielos.
Karina Castillo nació y vive en Mazatlán Sinaloa, asegura que la poesía es una puerta al fascinante mundo de lo desconocido y escribe versos húmedos por la brisa de sus pensamientos y actividades afines. «Las palabras son…semillas de vida», afirma, y deja claro que su poesía no es contemplativa, sino un vórtice emocional que despliega numerosas chispas. Sin duda, nace de una sensibilidad extrema que encuentra su camino cuando, «acaricia con palabras» y reconoce que estas observan, impulsan sueños imposibles y uniones magníficas que se alimentan del deseo. Las palabras de Castillo son impetuosas, de tal manera que, como dice Jaime Labastida, son «aquellas palabras que hacían nacer la primavera», elementos que no dan tregua al mundo y que fijan y realzan el poder de la poesía. La poesía de Karina es humana, cada verso es una arteria llena de vida y un canto a la intimidad que fortalece todo. Esa donde el ente que provoca ala poeta está cercano y se puede tocar con la mirada.
La parte de los mensajes es una conversación posible entre dos hablantes que celebran conocerse. Un canto a la ausencia. Un preludio de tiempos difíciles que la humanidad puede vivir sin verse, pero comunicándose. «La incógnita es el tiempo que somos», manifiesta y deja claro el viaje del poema a lo ignoto, a lo que ofrece la vida en cada instante. Seguramente está lista para escuchar la voz del maestro José Emilio Pacheco que revela: «Todo poema convierte en lenguaje una parte indómita de la realidad», esa parte que es la madre de todas las sorpresas, que es necesario nombrar por primera vez, y que Karina Castillo comprende perfectamente y acepta navegar sin asideros por el inmenso mar de la web, y compartir estos breves poemas cuyo origen, es un misterio. «Nunca es tarde para el hombre que vive», enuncia la poeta haciendo gajos de la noche; claro, sobre todo para el que ha encontrado «el vacío lleno de besos» y la bandera de la calidez ondeando. Entonces, es cuando el sueño y el deseo son uno solo; todo se vuelve paz y poesía y es cuando «el desierto sufre porque desea el agua de las gemas».