Poesía de Petersburgo

poesia-de-petersburgo"La capital del norte" desde el siglo XIX ha generado un fenómeno literario conocido como "escritura de Petersburgo". Este fenómeno se observa no solo en la obra de grandes poetas del Siglo de Plata; sino también en la poesía de muchos autores de la segunda mitad del siglo XX, entre ellos, Leonid Aronzón, Elena Shvarts, Víctor Krivulin y Víctor Sosnora. Las traducciones son de Ludmila Biriukova e Indira Díaz.

 

 

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Poesía de Petersburgo

 

Leonid Aronzón

***

Entre todo existe un silencio. Uno.
El silencio uno, otro, el tercero.
Repleto de silencios, cada uno de ellos
es una materia para una red poética.

Pero, la palabra es un hilo. Si enhebramos la aguja
y hacemos una ventana con el hilo palabra,
el silencio estará enmarcado,
es una celdilla de la red en un soneto.

Cuanto más grande es la celdilla, más grande es
el tamaño del alma que se ha enredado en ella.
¡Cualquier captura abundante será más menuda

 que la del pescador, que tuvo la osadía de permitirse
anudar una red tan enorme
en la que existiera una celdilla!

***

Los puentes en la noche se aproximan uno al otro.
El oro más fino de las iglesias y los jardines palidece,
a través de los paisajes te diriges hacia mi lecho, eres
como una mariposa prendida a muerte a mi vida.

Traducción de Ludmila Biriukova

 

 

Elena Shvarts

 

Tratado sobre la indivisibilidad del miedo y el amor

El sordo: si la bomba explota
Pensarás: "me quedé sordo"
(No entres a la habitación oscura
No prendas la luz
Dios puede estar ahí).
El ciego: Si algo de repente se enciende,
Pensarás: "Me quedé ciego".
Y te convertirás en una cripta brillante, pero cerrada. 
Entonces en este momento, cruza la puerta,
Prende la luz anaranjada,
Dios ya no está.
Ahora Él está adentro,
Ustedes dos están solos, en la oscuridad.
En la miseria, en la estrechez…

 

El espíritu, obsesionado con beber lágrimas

El espíritu, obsesionado con beber lágrimas
Por eso vive –porque bebe lágrimas–
Yo escucho sus amenazas-
Sin lograr contar de cien en cien. 
Ya el ángel oscuro de islamismo
está royendo el pie de la cruz.
¿Por qué nació este ángel
Verde, lunar, amenazador?
El espíritu, obsesionado con emborracharse de lágrimas.
Que se embriagó hasta la muerte.
Comienzas a llorar-
Se acerca cada vez más
beberá de nuestros ojos
Hasta la ceguera.
Incluso él se compadece de nosotros
Pero es adicto al llanto y ama el dolor
Se esforzará para tomar las lágrimas hasta hartarse, hasta tener cólicos.
Y cuando haya pasado mucho tiempo desde que bebió
El vaso de amargas y calientes lágrimas
se arrojará hacia un avión
Y levantará un huracán.

 

El mar suicida

Cuando lloras un mar
se termina el dolor
Algo cáustico sale de tus ojos
Cada lágrima es como una hora
Como si quisiera arrojarse ella misma
Verterse sola.
Amarga al gusto, cálida en los labios
Fluía, goteaba
Pero ahora la fuente está vacía
se acabó –ya no está
Y todo lo que había en el fondo, en lo más profundo,
Se lanzó hacia mí
Con todos sus pulpos,
Sus corales y sus piedras
haciéndome saltar los ojos
con sus colas, con sus hocicos maliciosos
juntos, emergerán
pero ¿por qué a través de mi?
¿En qué lugares funestos estuviste, mar
Para decidir repentinamente hacerte pedazos
En las insignificantes lágrimas humanas?

Traducción de Indira Díaz

 

 

Víctor Krivulin

 

Clío

Se postraban y lamían el polvo caliente.
Iba un tropel harapiento de los vencidos, gemía.
Iban los vencedores semejantes a grandes gotas de granizo.
Los torrentes de montaña aullaban. Rugía el alma de la cascada.
La historia, la bruja. El cuello sudoroso. La muleta.

Clío, hacia ti, palidecida del polvo y de la sal, 
Clío con el báculo sobre el mar estruendoso de las ruedas,
iban los vencedores –un convoy de la densa vida cotidiana–,
iba el vencido milpiés, y crecía
una flor solitaria de vientos amargos en medio del campo.

Clío con una flor. La anciana azul celeste de los valles.
Clío con un cálamo y Clío en harapos de niebla, 
Clío, y Clío, y Clío, confusa y ebriamente
besando a todos los que se repliegan –ejércitos, pueblos y países–,
en abismos sulfúreos de los ojos o en el corazón del barro cegado. 

Rata

Y eso que llamamos la conciencia,
¿no será una rata de ojos rojos?
No será una rata de ojos rojos
que nos acecha en secreto, 
como si asistiera a todo
lo que ha sido entregado a la noche, que devino  
en un recuerdo tardío,
un arrepentimiento, un sueño incandescente.

He aquí la devoradora de los sueños,
llega la rata, amiga del subsuelo…
Llega la rata, amiga del subsuelo,
al habitante del subsuelo dispuesto
a sufrir el dolor espiritual.
Y su hocico sembrado de dientes
ante él, semejante al cielo con estrellas,
así la conciencia acude al llamado.

Dos trocitos de carbón consumirán a los sometidos
clavándose dolorosamente en su piel.
Clavándose dolorosamente en la piel
del habitante del subsuelo, semejante
a la rata. Dos –el juicio es del Señor–
fuegos. Dos ojos en la oscuridad completa.
Acaso importa el dolor de una mordida de la carne pecadora
o el esfuerzo secreto de la rata,

si el destino de un escritor en Rusia
¡es chillar bajo la tarima!
El destino es chillar bajo la tarima,
celebrar al pueblo carilargo 
con el brillo purpúreo. ¡Sálvanos,
hombre pío! Con la faz purpúrea,
encontrándonos en el subsuelo mudo
como si fuera enteramente en el cielo.

Traducción de Ludmila Biriukova

 

Víctor Sosnora

 

El jardín del verano

El invierno se dispuso a dar la señal de arranque.
La tierra se preparó para la helada.
Y el círculo de los visitantes de las estatuas
se hace cada vez más y más estrecho.

Deambulo, el último de los enormes
elefantes,
                 observadores de las estatuas.
Y las estatuas pasean por el jardín
dando vueltas,
                               dando vueltas,
                                                                dando vueltas.

Camino tras de ellas como puedo
Y siento que súbitamente
                                                   me entumezco.
Aún estoy rompiendo las colillas,
pero la boca queda rígida como el esqueleto,
apenas tartajea: 
                                                   ¡He, figuras!
¡Venga, suspendan su andanza
de inmediato!
                 Quién más sino yo
puede saber de su dureza pedregosa, de su estancamiento.

Pero no obstante me quedo como piedra.
Mientras las estatuas,
                                  caminan y caminan.

 

El camino de invierno

 

¡El cuento de invierno!
Los frascos de carámbanos
como ranitas en los recipientes de leche.

¡El tiempo!
Los árboles saltan a la vista semejantes a lápices de pizarra.
Unos melancólicos arbustos planean como si fueron rastrillos.

Y sobre el camino, –parecido a una cuerda invernal–,
el sol resonante,
                                  puesto que es de acero. 

Y, deslumbrado por la belleza,
pájaro-asceta,
                                  una corneja raquítica
unas gotitas de nieve lleva a su nidal,
blancas gotas de humedad congelada.  

Traducción de Ludmila Biriukova

 

Leonid Aronzón (1939–1970), poeta, narrador, guionista. Se percibía como uno de los líderes de la literatura no oficial de Leningrado. Poeta y crítica literaria, Victoria Andreeva en la introducción para el libro bilingüe ruso-inglés de Aronzón, así definió la obra del poeta: "Para mi personalmente, Aronzon es uno de los pocos […] poetas-alpinistas que lanzan una escalera al cielo… Lleva consigo el aire de otros mundos y una absolutamente inconfundible autenticidad…".

Elena Shvarts (1971-2010), una de las poetas rusas más importantes de la segunda mitad del siglo XX. De 1975 a 1985 publicó sólo en editoriales privadas, usando en ocasiones seudónimos. Desde 1978 la empezaron a publicar en el extranjero.  Su obra fue galardona con múltiples premios, entre ellos, el Premio "Andréi Bieli". De 2002 a 2008 en San Petersburgo, salió una recopilación de sus obras completas formada por 4 volúmenes.

Víctor Krivulin (1944–2001), poeta, escritor y ensayista. Durante los años setenta fue uno de los más notables representantes de las revistas literarias y culturales del samizdat. Fue laureado con varios premios literarios, entre ellos el Premio "Andréi Biel" en el campo de la poesía. Se distinguió por desarrollar una amplia actividad literaria y social.

Víctor Sosnora  (1936–2019), poeta, narrador. Autor de varias decenas de libros de poesía, prosa y teatro, de los cuales sólo se ha publicado una pequeña parte. Trabajó en teatros y en un estudio de cine científico-popular. Algunos de sus escritos fueron editados en Estados Unidos en 1987. Fue laureado con el Premio "Apollón Grigóriev".