Apuntes sobre la poesía rusa
Alina Dadaeva
Alina Dadaeva, poeta rusa de Uzbekistán, que desde hace varios años reside en México, escritora encargada de este número de agosto, nos abre el panorama de la poesía rusa, desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad.
Hace dos años, en un ensayo sobre el arte de traducción publicado por La Otra, dije que cada traductor debería hablar honestamente sobre las pérdidas que sufre el texto original en el proceso de su traspaso al otro idioma. El mismo deber tiene un antólogo o quien aspira a abarcar en un número de revista la poesía de un país, especialmente tan grande como Rusia. Empezaré a definir esta selección de autores apofáticamente, indicando a aquellos poetas que no la conforman. Arseni Tarkovski, Arkadi Dragomóshenko, Guénrij Sapguír, Igor Jolin, Leonid Gubánov, Mijaíl Eriemin, Timur Kibírov, Oleg Yúriev, Serguey Stratanovski, Shamshad Abdullaiev, María Stepánova, Mijaíl Ayzenberg: sin ellos la poesía rusa actual es inconcebible y, me atrevería decir, a menudo incomprensible. Las razones por las cuales los dichos poetas no están presentes en este número, son sencillos y tristes: algunos no están traducidos al español, otros no son traducibles. Como bien (o mal) se sabe, a diferencia de los poetas de idiomas europeos, muchos autores rusos hasta la fecha siguen siendo fieles a la rima y la métrica, como fue el caso de Joseph Brodsky, para quien la prosodia clásica con sus prescritas repeticiones rítmicas y fonéticas representaba la continuidad y monotonía del tiempo, un tema clave para el poeta. Esta tendencia a la versificación rimada y silabotónica, desde luego, no significa que la poesía rusa es inercial y apegada a la tradición: pues entre los autores que trabajan dentro del marco "clásico" hay aquellos con mayor capacidad para la experimentación, como es el caso del joven poeta Alekséi Porvin, cuya obra es un claro ejemplo de la renovación de la sintaxis, este sistema circulatorio del lenguaje. La flexibilidad del idioma condicionada por la gramática (en ruso, igual que en latín, hay declinaciones y seis casos gramaticales), un complejo sistema de acentuación, múltiples variantes de rima (que no se reduce sólo a dos tipos), el libre orden de las palabras abren incontables posibilidades para la versificación. Pero lo que en un idioma resulta una gran virtud, en la traducción casi siempre se convierte en una gran desventaja: privada de su fonética, que frecuentemente cumple no sólo la función rítmica-musical, sino también semántica-conceptual (como es el caso, por ejemplo, de Marina Tsvietáieva), la poesía se empobrece. Eso pasa con la mayoría de los clásicos rusos. Esto pasa con muchos contemporáneos. Por lo tanto, eligiendo a los autores y poemas, opté por aquellos textos que me parecieron rescatables para la traducción. Muchos de ellos originalmente fueron escritos en verso libre.
En este número los conocedores de la literatura rusa no van a encontrar poemas de los famosos "sesenteros", Evgeni Evtushenko, Andrei Voznesenski, Bela Ajmadúlina y Robert Rozhdéstvenski. Los poetas publicados en estas páginas virtuales (con la exepción de los del apartado "Poesía joven") eran autores de samizdat, salvo el petersburgés Víctor Sosnora cuyos textos de vez en cuando aparecían en las revistas oficiales de la época soviética. Mientras que los "sesenteros", con su lírica publicitaria y sentimental, reunían los estadios, mientras que los autores del estirpe del realismo social llenaban revistas y periódicos de tirajes millonarios con los versos "correctos" aprobados por la censura, samizdat permanecía desconocido tanto para el público general como para muchos literatos de la URSS. La mayoría de los poetas presentados en este número fueron publicados en Rusia sólo en el período de perestroika. Desde entonces, los últimos se volvieron primeros. Tanto la historia literaria de las últimas décadas del siglo (tal como se percibe actualmente), como la poesía contemporánea, fruto de diversas influencias, están basadas en la literatura de underground.
Dos grandes poetas del siglo XX abren la sección de poesía: Guennadi Aiguí y Joseph Brodsky; ambos, a diferencia de otros poetas rusos, fueron ampliamente traducidos al español. El galardón del Premio Nobel no requiere una presentación. A la poética de Guennadi Aigui, poeta que también en varias ocasiones fue nominado al Premio Nobel, nos aproxima su traductor, reconocido escritor cubano, José Manuel Prieto.
Los demás poetas del número aparecen de forma grupal. Igual que en el Siglo de Plata, la poesía rusa a partir de la segunda mitad del siglo XX es un complejo sistema de corrientes y agrupaciones cuyas estéticas en nada parecían entre sí. Por cuestiones de espacio, presento sólo algunas, pero las más representativas.
Metarrealismo, también conocido como metametamorfismo, fue uno de los movimientos poéticos más importantes de las últimas décadas del siglo XX. Tomó su inicio en el año 1979 cuando el profesor de la Universidad de Escritura Creativa de Moscú, Konstantín Kedrov, organizó una lectura poética de tres autores jóvenes: Iván Zhdanov, Alexandr Eriomenko y Alekséi Párshikov. En 1984, sale el artículo de Kedrov titulado "Metametáfora de Aleksei Párshikov". Dos años después, Mijaíl Epshtein, filósofo y literato que —valdría la pena señalar — no pertenecía a la corriente, publica el manifiesto "¿Qué es metarrealismo?", que dio a la agrupación su denominación formal.
Los metarrealistas buscaban una metáfora compleja que borrara la división entre el significado y el significante hasta que éstos quedaran indistinguibles, una metáfora suficientemente poderosa para crear, en vez de simplemente describir la realidad existente, una realidad nueva, sintética, donde el plano metafórico se fundara con el plano físico. El metarrealismo no se enfocaba en los objetos o sujetos del mundo visible, sino en las verdaderas conexiones que existen entre los fenómenos. Descubrir estos hilos invisibles que sostienen el mundo, conectando una cosa con la otra y con su dimensión metafísica, era la tarea principal para el poeta metarrealista.
En los años 90 algunos de los fundadores del metarrealismo abandonaron la escritura (tal vez sería más oportuno decir que la escritura por un tiempo indefinido abandonó a ellos). Por otro lado, al movimiento se integraron varios autores maduros como Vladímir Áristov y Andrey Tavrov, hoy en día, las figuras esenciales en la poesía contemporánea de Rusia. Posteriormente, a lo largo de casi tres décadas, el metarrealismo no ha tenido seguidores, hasta que hace dos años, unos escritores jóvenes dirigidos por el poeta Mijaíl Bordunovski, estudiante de la Universidad de Escritura Creativa de Moscú, fundaron una revista literaria que reunió a varios autores, principalmente menores de 30 años, que demostraron una fuerte inclinación por el metarrealismo y su poética de la complejidad metafórica y lingüística.
Conceptualismo, como movimiento artístico, fue una de las corrientes más influyentes del siglo XX no sólo en Rusia, sino también en el mundo. Los adeptos de este movimiento, surgido en la segunda mitad de los años 60, declararon que la idea o el concepto en el arte no era menos importante que los tradicionales medios de expresión. En Rusia, el conceptualismo apareció a finales de los años 70. Uno de sus fundadores era el poeta Vsévolod Nekrásov, proveniente de la famosa escuela de Lianósovo, cuyos integrantes, en su poesía "antipoética" y absurdista, retrataban las escenas de la vida cotidiana de las zonas marginadas de Rusia, pobladas por alcóholicos, criminales y toda clase de "gente pequeña", en definición del padre de la crítica rusa, Vissarión Belinski. A través de los poetas de Lianósovo, a la poesía rusa llegó el habla vulgar, alejada tanto de la poesía clásica, como de la grisura del lenguaje de la poesía soviética. Este último, lleno de clichés y temas políticos-patrióticos, fue convertido por los conceptualistas en un fértil material poético. ¿Cómo escribir poesía después del triunfo de la censura, cuando cada palabra está predeterminada y todo el discurso está apriori privado de libertad? Si la búsqueda existencial del metarrealismo era la conexión, la búsqueda de los conceptualistas era la comunicación y su pecado original: por su naturaleza la comunicación humana siempre es fallida. Igual que los futuristas rusos, los poetas conceptualistas no se enfocaban solamente en la literatura. Los cuadros de Dmitri Prigov, el poeta conceptualista más famoso a nivel internacional, actualmente se encuentran en varios museos del mundo. Los conceptualistas también fueron los primeros performancistas y accionistas de la época soviética.
Hábitat de "la capital norteña", con su atmósfera fantasmal y la apelación a la alta cultura y tradición, desde el siglo XIX había generado un fenómeno literario conocido como "escritura de Petersburgo". Alexandr Blok, Anna Ajmátova (al principio del siglo), Joseph Brodsky, Evgeni Rein, Alexandr Kushner, Leonid Aronzón, Elena Shvarts, Víctor Krivulin y Víctor Sosnora (en la segunda mitad del XX) son los más representativos de todos aquellos autores cuya poética fue influida por la geografia petersburguesa. A todos estos poetas les distingue el interés por grandes temas: cultura e historia, fe y mitología, destino y existencia: "la grandeza del designio", en terminología de Brodsky. Cabe mencionar que el amigo y antagonista poético del Nobel ruso, Leonid Aronzón, el poeta que abre el apartado "Poesía de Petersburgo", falleció trágicamente (algunos piensan que fue un suicidio) al cumplir apenas 31 años. A esta edad muchos poetas de underground ya veían a Aronzón como el poeta más grande —y más espiritual— de su época.
Entre los tres nombres del apartado "Poesía minimalista" sólo un poeta, Iván Ajmetiev se considera minimalista en un término estricto. Ian Satunovski, igual que Vsévolod Nekrasov, pertenecía a la escuela de Lianósovo; Vladímir Búrich fue el primer propagandista del verso libre en Rusia (сomo podemos observar, el verso libre llegó a la poesía rusa en forma miniatura). Sin embargo, a los tres poetas les une la capacidad de concebir lo grande por lo mínimo, reducir lo esencial a lo máximo.
El último apartado de la sección poética está dedicado a la poesía contemporánea joven. Ninguno de los autores presentados aquí ha cumplido 40 años (Vasily Borodin, uno de los poetas más premiados y amados por los lectores y críticos, falleció trágicamente hace dos meses, pocos días antes de llegar a sus 39 años). Los cuatro autores se destacan por una voz poética apropiadamente definida y autosuficiente. El espectro poético es amplio: desde la poesía feminista de Galina Rymbu, la poeta contemporánea rusa más conocida a nivel internacional, hasta la poesía metafísica, llena de aire y vuelo, de Vasily Borodin.
Desde luego, muchos autores importantes, tanto mayores de 40 años, como jóvenes, quedaron fuera de este número. Junto con ellos quedaron excluidas las poéticas que estos poetas representan. Poesía "actual" del lenguaje, heredera de Language School norteamericana y la poética de Arkadi Dragomóshenko, poesía documental, poesía orientada a la filosofía contemporánea, poesía rusa de las repúblicas centroasiáticas, entre otras corrientes significativas, conforman el paisaje poético ruso que no es menos vasto que el territorio de la ex Unión Soviética (la poesía rusa consiste no sólo en los autores con la nacionalidad correspondiente, sino en todos aquellos que escriben en este idioma en distintas partes del mundo). La poesía rusa en nuestros días se escribe a través de cientos autores, cada uno de los cuales resulta de interés para una considerable cantidad de lectores, críticos, revistas y festivales. Después del colapso de la URSS, Rusia dejo de ser el país con mayor cantidad de lectores. Pero aun sigue siendo el país donde más poemas se producen. Bastaría mencionar que en el portal popular de poesía, Stihi.ru, donde cada persona puede publicar sus versos, actualmente están registrados alrededor de un millón de usuarios. Los textos de la mayoría de ellos no merecen la atención de la crítica, pero la cantidad de autores —como la cantidad de estrellas en el cielo nocturno — impone.
A diferencia de la sección de poesía dedicada exclusivamente a los años posteriores a los 60, la sección de ensayos está conformada por cinco clásicos: Marina Tsvietáieva, Osip Mandelshtam, Nikolay Gumiliov, Borís Pasternak y Alexandr Blok. El hecho de dar la preferencia a los grandes poetas del Siglo de Plata, no significa que Rusia actual carece de grandes ensayistas. Así, los ensayos de Shamshad Abdullaiev, escritor rusohablante de Uzbekistán, o del metarrealista Andrey Tavrov no son menos profundos a nivel filosófico y poético ni menos disfrutables a nivel estilístico que los ensayos de Mandelshtam o Tsvietáieva. Desgraciadamente, ninguno de estos textos ha sido vertido a la lengua española.
Demás estaría decir que este número no hubiera sido posible sin la colaboración de los destacados traductores: Jorge Bustamante, Selma Ancira, José Luis Rivas, José Manuel Prieto, Liudmila Biriukova, Indira Díaz y María del Mar Gámiz Vidiella. El trabajo de Jorge Bustamante, Selma Ancira, José Luis Rivas y José Manuel Prieto, traductores de los grandes novelistas y poetas rusos, es conocido no sólo en México, sino en muchos países de habla hispana. Mar Gámiz, joven profesora mexicana de literatura rusa, es traductora de La estampilla egipcia, el libro canónico de ensayos de Osip Mandelshtam (Editorial anDante, 2018). Gracias a Liudmila Bririukova, escritora rusa que desde hace varias décadas reside en México, e Indira Díaz, joven traductora y poeta mexicana, los lectores de este país tienen la posibilidad de conocer a los talentosos contemporáneos y a los clásicos de la segunda mitad del siglo XX de Rusia. Dos ediciones traducidas y antologadas por estas grandes promotoras de la poesía rusa han salido en México durante la última década: Otoño desnudo. Poesía rusa no oficial de la segunda mitad del siglo XX (La Cabra Ediciones, 2011, en traducción de Liudmila Biriukova) y Puente y precipicio. Última poesía rusa (Círculo de Poesía, 2018, en traducción de Indira Díaz). Ya está preparada la segunda antología traducida por Liudmila Biriukova, El movimiento ligero de las sombras nocturnas. Poesía rusa de la segunda mitad del siglo XX, que aun espera su publicación en México.Algunos poemas de este número pertenecen a este libro inédito.
Joseph Brodsky dijo una vez que en Rusia en el siglo XX había sucedido un acontecimiento asombroso: al mismo tiempo aparecieron cuatro grandes poetas: Mandelshtam, Pasternák, Ajmátova y Tsvietáieva. Desde entonces, la cantidad de grandes poetas se incrementó considerablemente. Esperamos que este número de La Otra lo pueda demostrar.