Poeta y ensayista mexicano, nació en Chetumal, Quintana Roo, 1960. Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Yucatán. Aquí una muestra de su poesía.
POEMAS
JAVIER ESPAÑA NOVELO
(del poemario Tierra recién nacida)
Inicial
Noviembre es hoy, escriba de espirales
en la garganta del cristal imago.
Relampaguea el sustantivo en musgo.
El barroco se yergue a contradanza.
No hay simulacro en la presencia propia,
donde el espejo es parto de sí mismo.
Arias sin voz enhebran partituras,
diamantinas retóricas de asombro.
El mirador descubre su vigilia:
paginario del signo se interroga.
Imperio del abismo
Escena en el andamio, estremecer.
Tintura sepia que adormece el vértigo
ante el ambiguo transitar del sueño:
hoces, velas, membranas del insomnio.
Una puerta, ademán de los presagios,
destiende su ventosa en el augurio,
donde el imperio del abismo erige
el refulgir insano en la palabra.
Llama que imagina
En llama que imagina su deidad
se descubre el pavor de la figura.
Lugar o instante en semejanza a piel
es el cortejo adulto que germina.
La silueta erosiona entre perfiles
su copular de ritos inmaduros.
No es baldío el tatuaje más mortuorio,
donde enciende la sombra su otro cuerpo.
Pero murmura a contraluz el nombre
su liviandad de espada fugitiva.
Aula
Hoy es un grabado
en el tenebrario de un aula nocturna
José Lezama Lima
Aula sitiada en candelabros
enmagrece el aliento humeante,
donde apacienta su avaricia.
Un equilibrio de intramuros
se rasga en felino silencio
y amanece la noche sola.
Persiste el aula en su pronóstico
de cerrojo desnudo al miedo:
humedad que blasfema cantos.
Tentativa del ritmo
Falsea el ritmo su penumbra,
corroe y marca en pie quebrado
su versificación del miedo.
Puntual acoso lo circunda,
discurre al signo por los labios.
Medir el caos con la imagen
es el ritual del tiempo inscrito,
la nimiedad de un dios que gime
en sí mismo, su yermo propio:
pasión del orden que lo invoca.
Búsqueda del arquetipo
Desde el acoso palpa el sacrificio
un plumaje acentuado en el azogue.
Allí respira bruma, liquen, miasma,
en pos del arquetipo que lo enmarque
y lo exima de arena irreverente,
como un ancla que rompe su quietud.
Clama en alarde su figura leve
sobre un cordel de proa más ambigua
que bifurca en mareas sus extremos.
Luz ingénita
Abismar en ceniza
el parpadeo núbil,
despierta en soliloquio
la cuenca de la sed,
sílaba que murmura
su plural abandono:
juego de dados preña
al azar en su guiño.
Luz ingénita asiste
al verso en contrapunto.
Del pez
y el silencio se hará tan pétreo y mudo
que no dirá el trueno de mis sienes
ni el habla de burbujas de los peces
Gilberto Owen
Cerámica del pez argenta el agua,
reflejos que se anudan al asombro.
Migraciones convergen del cristal
que habitan figurantes en marasmo.
Persistente abatir, conjuración
que abisma en lo profundo su vaivén.
En la marea vítrea se adelgaza
su trazo de perfil en rasgadura.
Conjugación del otro
El ocre de un velamen
oculta en su espaldar
el grabado inclemente.
Conjugación del otro
en dualidad cercada
ondula su reflejo.
Cristales de la forma
que no esgrimen sus puertos
en salvación del ser.
Conjetura cumplida
Minúscula partida, corolario
que embiste al rey en juego pretendido,
deidad de suerte ambigua a contratiempo:
sólo premisas que apuntalan hitos.
Egregio es el linaje taciturno,
principio que consagra sombras fértiles,
persecución a muerta claridad
que la orilla sepulta en su argumento.
Detrás del pulso oscila la deshonra,
siniestra conjetura que no finge.
Cortometraje
Enrejado entrecorta el signo rubio.
En comunión aguza un parpadeo
de túneles heridos sin ventanas.
La mirada infantil se profetiza.
Refrenda un pasamanos lo pretérito,
ocre fiel en el claustro de la nada,
donde destella en el color inerme
el vértigo cercano a los perfiles.
Huestes infantiles
Para mi hijo Omar
El castillo labrado en el cristal
ampara su fragilidad insomne
cuando el silencio danza de puntillas,
como un gemido por asir su forma.
En fortaleza de avispero núbil
hilvana su vigilia de galeras,
no duerme tras el brillo delator
que traiciona su imagen de doncel.
Su resplandor falsea en la mirada
no ser derrumbe en huestes infantiles.
Nació en Chetumal, Quintana Roo, el 10 de enero de 1960. Ensayista y poeta. Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Yucatán. Ha sido coordinador de talleres literarios en el Instituto Quintanarroense de Cultura; profesor en el Colegio de Bachilleres de Chetumal y en la Universidad de Quintana Roo; director fundador de Contraseña; coordinador de Oriflama. Colaborador de Contraseña, Cuadernos Literarios, Cultura Sur, Hojas de Sal, Integración, Oriflama y Páginas. Premio Especial Antonio Mediz Bolio 1988. Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2004 por La suerte cambia la vida. Premio Internacional de poesía Jaime Sabines 2007 con el libro Sobre la tierra de los muertos. Premio Nacional de cuento Beatriz Espejo 2010 por la obra Prometeo de la calle 51. (nota extraída de: Catálogo biobibliográfico de la literatura en México.