Zhao Si, en traducción de Lucía Fernández, nos hechiza con una poesía donde el mito y las canciones del folclor nos traen ecos de otro tiempo, pero a la vez son renovados, son otros, tan actuales como la propia escritura y la propia voz de la poeta.
POEMAS DE ZHAO SI
TRADUCCIÓN DE LUCÍA FERNÁNDEZ
Zhao Si 赵四 (1972) es poeta, ensayista, traductora y editora china. Autora y traductora de diez libros. Sus poemas han sido traducidos a dieciséis idiomas y publicados en todo el mundo. Es invitada frecuente a diferentes festivales de poesía. Trabaja para <Poetry Periodical>, la principal revista de poesía en China y es la editora ejecutiva en jefe de la prestigiosa serie de traducción de poesía <Contemporary International Poetry>. Fue galardonada con el Premio de Poesía Polaca Marii Konopnickiej e8-n 2012 y Medalla de Literatura Jerzego Sulimy-Kaminskiego en 2020 y artista visitante de Orión en la Universidad de Victoria, Canadá, en 2017. Desde 2017, es Vicepresidenta de la Medalla Europea de Poesía y Arte – HOMER. Vive en Pekín.
Lucía Fernández, Lic. en Ciencia Política. Nació en La Pampa, Argentina en 1986. Se graduó de la Universidad de Buenos Aires y estudió chino en la Universidad de Donghua, Shanghái. Coordinó la publicación El sueño chino, política contemporánea, Ceap, Uba, 2018; y publicó el libro de poemas Para otra soledad, editado por Peces de Ciudad en 2018. Ha trabajado en traducción y enseñanza de chino y vivió varios años en China.
SENTIMIENTO PROFUNDO深情
Se dice que la almohada del mundo es el cielo estrellado azul oscuro
sobre Bagdad, y en la leyenda, Alá volverá de vez en vez
cuando le falte la conmovedora vista de las estrellas desde la Tierra.
¿No es como esa frase que dice
que uno no se da cuenta de lo valioso
hasta que lo ha perdido?
¿No se trata de eso acaso?
No importa, nunca importa realmente,
si recibes la señal de saber de cierto, algo.
CLARO清空
En medio de la brisa otoñal, un auto pequeño
volteado, cubierto de hojas crujientes
al ritmo de una partida y un regreso. Una hilera de tortugas verdes
desde el vientre amarillo flota a la deriva en la calle,
con una máscara de zorro, agachándose en un árbol
sentado junto al río, el otoño grita y ve
estrellas a cargo de los semáforos, saliendo temprano del trabajo
la tarde de acción de gracias, olas de autos
resoplando estancados. El zorro exhala
en las hojas que vuelan de regreso a casa, crujidos y amargor
a eso sabe el viento del oeste; la llegada de la amargura lanza
un fuerte viento otoñal; sin precedentes y de todos los tiempos,
gran ocasión, el gran maestro mudo da un giro resplandeciente,
se aclara la garganta y eleva su canto en el almacén vacío del otoño.
OTRA VEZ AYER 昨日重来
Nada volverá
desde la madriguera de la noche,
excepto una liebre fantasma de luna
desde el hueco donde una vez viste su espinilla.
Habitaciones en llamas, selladas en lo íntimo de la noche.
Una vez más, levantaste los prismáticos y viste
una liebre de luna antigua, fantasmal, vomitada
por una garganta honda de cielo lleno de rocas,
infierno, azufre, cristales de hielo…
Huyendo fugaz,
de los fugaces.
FRESCO鲜
Una persona lo bastante adulta para abrir la boca y recurrir al lenguaje,
solo con su distinguida sonrisa eleva el tono de las cosas que lo rodean.
Tal serenidad tácita contornea en ese momento el reino de lo humano,
emulando la circular eternidad del día y la noche, el amanecer y el crepúsculo,
por ello se regocija, lo recoge y lo pliega por los bordes
para llevarlo junto a la luz de las estrellas;
cuando sople la primera brisa primaveral, la tomará también y la mezclará…
Una primavera tan lozana, grácil, tibia, encantadora y nueva, ¡qué delicia!
Mundo de verdor brillando pleno entre rayos de oro místico.
RONDÓ回旋曲
El tiempo es una canción popular desolada que aún vive en mi corazón.
Siempre hay un momento en el campo del alma
en que los caballos pasan, se detienen y oyen
la melodía simple, luego miran hacia atrás, cómo la montaña
se derritió en la niebla y desaparece al final del camino.
Todas las palabras de vida y muerte
de una canción antigua saben que
la fuente del mundo está en tu cuerpo.
Subes las escaleras en el viento de tus años mozos, silente, inquieto,
en el momento exacto en que el alma se vuelve lejana
oyes el mundo yermo en forma de aquella canción
oída también por los antepasados que se fueron del frío con el fuego
de una estufa hirviendo en el centro del alma, en días negros.