Sobre Armonía. Una caracola en el espejo, poemario de Juan Joaquín Perez Tejada, edición de la UACM-Mantis, escribe Armando Oviedo para situarnos en el terreno del que sabe jugar a no saber que sabe.
TODO CANTO TRASCENDIENDO
Armando Oviedo Romero
Los versos como juegos de palabras, como ironías, son formas amables para iniciarse en el sabor y el saber de la lírica. Además, estas maneras de cantar y contar son parte de nuestra educación sentimental, el lado infantil y lúdico que nos enseñaron nuestros mayores, con ellos crecimos "al arrullo de nuestra tierna juventud". Pero llegó doña Costumbre, tan estirada, severa y llena de normas, y nos despojó de esa verba imaginativa a manazos y amenazas donde nosotros veíamos la marcha jocosa de las letras; con ello ella retrasó que pudiéramos sumergirnos en los bajos fondos de la alta poesía flotante.
Es por ello que algunos poetas juguetones como Efraín Huerta en su poemínimos, Alfonso Reyes y su "Sol de Monterrey" y sus jitanjáforas (descubiertas y recubiertas por Mariano Brull, donde la melopea era la dominante; donde esos retruécanos, sonetórpidos y porras deportivas, lúdicas, donde, diría Alfonso Reyes, "las palabras no buscan aquí un fin útil. Juegan solas"), Guillermo Cabrera Infante (el narrador que hizo en Ejercicios de esti(l)o su verba colorá), y hasta Octavio Paz (en algunos tramos de su poesía breve o sus poemas en prosa), nos recuerdan que en sueños podemos volar sin tanto artificio, con poemas de principio principesco, irónico, rítmico y sonoro porque sí.
Los arrullos, cancioncillas, adivinanzas, cantos religiosos, juegos infantiles, entre otros, son la ruta natural de nuestra educación sentimental que se mantiene latente. El poeta nos recuerda que somos niños y jugamos en serio, y que jugando jugando, podemos arrancarle a la epopeya de la tosca realidad un gajo metafísico.
Esto sucede en libro Armonía. Una caracola en el espejo (UACM/ Mantis ediciones, 2021, 244 pp.), del poeta Juan Joaquín Pérez Tejada. Su libro contiene una variedad de formas y diversos versos. Es un libro con varias caras y muchos gestos y guiños que tiene, como principal entrada, esos juegos y sentencias; versículos y rimas, poemas en prosa y largos cantos, historias de la literatura universal transformadas y conjugadas, para momentos presentes.
Esto hace de Armonía… un libro con varias entradas y múltiples salidas. Ahora bien, no sólo hay juegos. O en este recorrido, digamos, hay poemas donde la profundidad es otro divertimento (el poema "Visor" es un ejemplo) para quienes disfrutan de sumergirse en las profundidades del poema.
El libro contiene tres secciones que se corresponden, ellas forman tres islas contiguas, amigas, con pistas como migajas, pues el mismo título del libro, Armonía. Una caracola en el espejo, es uno de los poemas breves que integra la sección "Canciones minimalistas".
Aún con estos apartados, en el libro saltan de un lado para otros esos bichos versiculares y, en sus distintas formas y proposiciones, se cuelan en poema serios y los dinamitan de modo jocoso. Basta poner de ejemplo los mismos títulos de los poemas: por ahí suenan "Tiomondongo", "Con la carabina al hombro", "Gaviota de la guarda", "Honores a la palmera", entre otros.
Yo destaco este modelo solo para armar y amar la poesía desde el libro de Juan Joaquín, porque contiene lo dicho en su dicha. Esta es la invitación primera del libro: disfrutar la salivación de sus cadencias, la contundencia de sus brevedades y lanzarse al mar de fondo de los poemas que piden mayor silencio, concentración y desafío de lectura.
Antes que nada y nadar en los versos, destaco la musicalidad intrínseca del libro –y como no, si en su cubierta marina laten los tonos musicales y las modulaciones coloridas—. Ya desde Los refranes del jaranero, Péreztejada dio constancia sonante de ello.
Como en todo libro de poemas bien construido, en este hay que perderse en su lectura para encontrarse con su Yo lector –el "ustedes" en el poema— y descubrir sus profundidades, hallar la transparencia de lo profundo.
Este libro polisémico se puede comenzar picando uno o tres versos breves, diseminados aquí y allá, recoger sus partes, como en el poema "Confeti", y avanzar hasta caer en los poemas en prosa, tan suculentos. Son poemas para montar o recrear con la lectura varias veces, pues ya se sabe que un libro de poemas no se lee sino que se relee para saborearse mejor.
El libro tiene tres secciones "Campos de luz y juego" (que podrían ser Campos de juego y otras pirotécnicas), "Cría de cuervos" y "Mariprosas" que vuelan liberadas). Como podrá leerse, en esta segunda sección flotan los juegos de palabras, los hallazgo en sus neologismos que no son lo mismo, o son de otro modo lo otro que parecía lo mismo.
Como lo decía al inicio de esta nota, el poema breve es un buen comienzo para recordarnos el juego que el poema tiene. Así pues, el lector que sólo quiera remojarse los labios de la memoria con leves versos breves, lo podrá hacer sin tantas timideces. Pero para quienes quieran abrasarse el cuerpo encontrarán poemas eróticos que, como oriflamas, se untan en nuestra voz a la vez que se deleitan con la imaginación.
Armonía… tiene varias rutas pero yo digo que se puede iniciar con los poemas breves que, como sentencias filosóficas, ironías afiladas, poemínimos de gracioso brillo, nos dejan una zozobra mínima con saber continuo. Y ya gustosos, avanzar hacia la tierra prometida de los poemas rimados, ir por las canciones que se arriman a la orilla del deseo, acercarse a los poemas en prosa casi cuentos, casi luz metafórica.
Toda lectura de un libro es una aventura pero en un libro de poemas uno va solo, o acompañado con sus pensamientos y sentimientos, puesto que los poemas salen al encuentro de los que buscan, les da la bienvenida a los caminante más avezados, al lector de largos trechos y enamorado del páramo de espejos, donde el eco y el silencio toman la palabra y dan cobijo. Dice Juan Joaquín en el poema "La casa": El silencio brinda la percepción de un amplio espacio/ El silencio de la casa la agranda la hace enorme/ como la habitación de Mallarmé/ sin nadie adentro es un infinito. Escuchen como el poema nos da la bienvenida en la casa de las palabras. Y todo empezó jugando.
Vale la pena recorrer el libro Armonía… para así descubrir otras lecturas posibles de un poemario que tiende redes para atrapar otros poemas, otros juegos.
Agradecemos la ruta de Juan Joaquín Péreztejada su saber sabiendo, todo canto trascendiendo.