Mariella Nigro nos conduce por su lectura de Linaje, del uruguayo Gerardo Ciancio, Primer premio de poesía en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2020.
El vinoso ponto junto a la tierra purpúrea
Una lectura de LINAJE, de Gerardo Ciancio
Primer premio de poesía en el Concurso Literario Juan Carlos Onetti 2020
Edición de la Intendencia de Montevideo, 2020
Mariella Nigro
Linaje podría haber sido tal vez un largo poema épico que se desarrollara, de principio a fin, de un solo aliento. La estructuración en varios poemas breves, carentes de títulos, señala que son partes de un todo, paradas poéticas en el recorrido de un solo territorio: la oriental "planicie desolada" -barro, juncal, fogones, vivac-, ese escenario luctuoso de "nuestra campaña colgada de la sangre", enclave metafísico de una tierra purpúrea. Son estampas de la historia mayor presentadas con un filo cinematográfico, por la cinética y la fanopea de los breves grupos de versos que van componiendo la trama; en medio de la fauna (chajá, tero) y la flora nativas (espinillo, mburucuyá o ceibo) y sus olores ("olor a zorrillo y pólvora", "olor a asado", "aromas patrios"), el poeta va desplegando y organizando sus escenas: "mirad la estampa", "pero miren a esos bereberes orientales", "miren a esos indios".
Por el cariz épico del poema y de relato del mito patrio, hay referencias a "centauros y demonios", "monstruos marinos", "dioses", que finalmente remiten a los verdaderos agonistas: el "prócer" mayor en la sinécdoque "sablecito clemente", "la indiada", "los gauchos", "los patriotas", "la soldadesca", "los uniformados"; la imagen visual se potencia incluso en el cuadro para el que estos posan ("güisqui!") "en la laguna de abril", en alusión al histórico suceso inmortalizado por Blanes. Son agonistas agrupados: "gauchos acojonados tras los muros", "la "indiada amontonada", "enjambre de torsos acribillados", "bravíos en todas partes", son finalmente "cadáveres, néstor", seguramente en referencia al emblemático poema de Perlongher y con similar discurso rebelde, polisémico y aluvional.
En prolepsis y en analepsis, y con perfectas sinécdoques ("las vinchas con sus penachos" contra "las broncíneas armaduras", "carabina" y "sablazos" contra "macanas" y "boleadoras"), se van tejiendo en diferentes planos los sucesos y sentimientos que el narrador/poeta/espectador va descubriendo, con creciente dramatismo, como frente a un palimpsesto: las hazañas y derrotas de hispanos y criollos, ingleses, lusitanos, indios, gauchos y, en la transparencia de los tiempos superpuestos, los héroes aqueos ("muy lejos Héctor alucina"), el descubridor del Río de la Plata (como el "vinoso ponto" de aquellos griegos) o el fundador de Montevideo con su "pelucón"; y también la evocada abuela o "una poetisa glauca" en su áurea escenografía, todos "espectros" y "fantasmas" bajo las luces de una instalación poética.
Gestos neobarrosos, como la ausencia de letras capitales, la fragmentación del discurso, la deconstrucción de lugares comunes y emblemas patrios (el río de "los pájaros pintarrajeados", "la higuera de Juana"), aliteraciones ("tiritan / trillan / trinan", "rachas de arachanes", "carqueja / carcajadas", "picaña / picana / pirañas"), modismos vernáculos ("ah tololo", "dele que te dele"), neologismos ("charrúan charrúan", ¡genocídenlos!"), se exhiben sin la estridencia de aquel discurso "transneobarroco" de Cieno (2011), donde es mayor el dispositivo conceptista, la actitud creacionista. Pero como en Cieno, aunque en forma diferente, se mantiene la preocupación explícita del poeta por el estado del lenguaje y de la poesía: "el lenguaje se enfruta", "el poema va quedando sin aire", "el poema necesita lenguaje y silencio", "alguien / se cala lenguaje hasta los huesos", "todo lenguaje es saqueado".
Con ciertos puntos de contacto con Matrero (2004) de Hebert Benítez Pezzolano, por el paradigma gauchesco y el escenario telúrico -también por algunas trasgresiones y desbordes del lenguaje-, aquel poeta relata una travesía, por el campo y por la escritura con juego autoficcional -la psico-narración del matrero que viene perseguido por la bala con forma de poema-, mientras que Ciancio es poeta/narrador de otra singladura, en este posmoderno cantar de gesta.
En ambas travesías, hay una catábasis y una anábasis a través de la escritura. En Linaje, el poeta que ha viajado por "la ancha pradera y el infausto río" con su gallardo, reflexivo y emotivo relato poético sale del pozo de la Historia anunciando, en tono profético, como en eterno retorno, que "las cosas se emplazarán de nuevo", quedando siempre a salvo la literatura.
Mariella Nigro
Marzo de 2022
MARIELLA NIGRO (Montevideo, 1957). Doctora en Derecho y Ciencias Sociales (UDELAR), poeta y ensayista.
Tiene publicados nueve libros de poesía y dos de ensayos literarios. Ha sido incluida en varias antologías y publicaciones colectivas de poesía y de ensayo y ha colaborado en diversas publicaciones literarias y académicas.
Obtuvo varios premios literarios, entre ellos, el primer premio en los Premios Nacionales de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura, en la categoría poesía inédita (2002 y 2004) y en la categoría poesía édita (2011).
Recibió el Premio Bartolomé Hidalgo de Poesía 2011 por el libro Después del nombre (Estuario, 2011) otorgado por la Cámara Uruguaya del Libro. Y el Premio Morosoli Categoría Poesía 2013 otorgado por la Fundación Lolita Rubial (Minas, Lavalleja).