ENCIERRO
Imagina un afuera terriblemente oscuro.
Tan oscuro como esa mazmorra que habitas.
Oscuro como tu sueño de condenado.
Oscuro como la orden del guardián.
Oscuro como la reja que los separa.
Oscuro como la sentencia del juez.
Oscuro como el tambor del revólver.
Oscuro como el odio horadado por el ácido.
Oscuro como la verdad de una mentira.
Todo tan oscuro, como la justicia de los injustos.
PRAXIS
Hundo una pala en la tierra.
Lombrices, gusanos, caracoles,
raíz de árbol que no fue.
Voy más adentro,
agua turbia se vuelve arcilla.
¿Hay salvación? pregunto.
Sí.
Ahondar con semillas
sin descanso
como si esta tierra fuera
una promesa incumplida.
OJO DE BUEY
Aterra lo que no puedo mirar.
Grandes olas aparecen y desaparecen.
Intuyo un abismo tembloroso,
con ballenas que sustentan sobre su lomo
el arco iris de extrañas lluvias
y pequeñas criaturas espumosas
deslizándose frente a espejos de corales,
iluminando el silencio.
El mar es el manto de la noche
donde adormece la esperanza rota
y el destino desgajado.
Para quien oye ir y venir el viento
la vida simula ser un pasaje sin rumbo,
un tenue trasbordo al olvido,
al estómago insaciable de las ballenas.
En las entrañas de la desolación
rehúso llegar al fondo de mí.
Solo deseo que salga el sol y me acaricie.
DESDE UNA MAGNOLIA
Miro la magnolia del patio.
Cada día cambia su follaje de otoño.
Las ramas enarbolan como lábaros
sus hojas brotan al compás de parpadeos de sol.
Nada parece relevante
si no fuera porque un árbol quieto
dice mucho más que las palabras de esta página en trance.
Conjeturo enredos de lo oculto:
¿sacrilegio, mito, alegoría?
Dudas de un espíritu agnóstico
atormentado por los males del mundo.
La magnolia del patio habla
a través de mis ojos cada día.
Su raíz me alienta:
hay demasiado sol por delante
no tengas miedo al desabrigo de escuálidas hojas.
Nadie alcanza desde una rama el infinito.
SANACIÓN DE LO BELLO
No alcanza la donación de fe.
Tampoco será el feroz apetito
de los mercaderes
un tibio maullido de gatos amables.
El alto vuelo de la herejía
transporta el mal
de los dadores de pobreza
que violentan los templos
y lavan el alma del desvalido.
¿Cómo sanar a los mortales?
¿Tendrá ojos la muerte?
¿Manos la cura verdadera?
Mi único deseo es compartir la pasión,
alzar la belleza tan puramente por el aire.
Para que no gobierne la maldad.
EL ORÁCULO
Casandra nunca predijo
que los hombres por venir
seguirían librando batallas absurdas
consumiéndose entre ruinas
victoriosos de la peor derrota:
la ausencia del otro.
SOLITARIOS
Siempre vuelan pájaros solitarios.
Del patio a la calle
de la tierra al agua
con leve aleteo llevan y traen
el polvo de la existencia.
Vuelan contra el viento
fuertes como la piedra
y frágiles como hojas.
Agitan al mundo con sus alas
con trinos que suenan como cencerros
en las cornisas y en los muros
los cables tendidos al cielo
las ramas desnudas.
Allí están
libres y exultantes
donde la mañana late en el aire
sin nosotros.
JUEGO DE BILLAR
El billar es un juego para manos mágicas.
Las carambolas relumbran sobre el paño
y cada jugador anota su logro en la pizarra.
Las fichas van sumándose
una tras otra
hasta alcanzar el último tacazo.
Algo parecido nos sucede en estos días.
Pero lo nuestro no son carambolas,
sólo artimañas cada vez más riesgosas.
Y esperamos que la bola negra
salte la baranda
se pierda entre harapos y osamentas.
El juego parece no tener un final.
Tal vez ocurra de manera repentina
cuando la impotencia desgarre el paño.
UN BUEN CORAZÓN
Por oficio
todo corazón late adecuadamente
y segundo tras segundo
ajusta el reloj de los años.
Tamboril ardoroso
pulsa las venas
a la par de resonancias nocturnas
vertical su latido
errando el valle del sueño.
Suena apacible
cual amante desnudo
cubierto con la piel del alba.
Debo velar por él
remendar cada desgarro.
En tiempos de infamia
es factible morir de tristeza
si no se tiene un buen corazón.
MI BARBA CRECE
La realidad ha cambiado de orientación mi brújula.
Me siento un hombre que se funde al desamparo.
He dejado de lado
la costumbre de rescatar exhalaciones
de jornadas placenteras.
Ya no disfruto la broma cotidiana del cinismo.
Prefiero estar callado para no herir al silencio.
Perdurar como bandera disgregándose en el aire.
Y que la barba crezca hasta que nadie duela.
IMAGINARIO
Al alba sólo canta el zorzal.
Cada vez que lo escucho
siento el deseo de escribir un poema
que no hable del dolor
que sea añoranza de aquella vida
menos desolada
lejos del zumbido de los teléfonos
de discursos profanadores de saberes.
Un poema con ojos cerrados
y corazón abierto
que huela el aroma de las calles de pequeños pueblos
el trajinar de gente sencilla
sin malicia.
Un poema con ansias de vivir a pleno
por fuera del cálculo
del estrépito.
Que rompa el oleaje de aguas enfermas
encienda la lámpara y alumbre
pequeños escondrijos de serenidad.
CORAZONADA
Es indispensable gestar abrazos
caricias
palabras honestas
en un tiempo donde abrazarse
es lo prohibido
hablar confunde al prójimo
y la caricia no roza ninguna piel.
Desesperadamente pensar en ti.
Que nadie devore el nosotros.
CÉSAR BISSO (Coronda, Santa Fe, República Argentina, 1952). En poesía publicó los libros La agonía del silencio, El límite de los días, El otro río, A pesar de nosotros, Contramuros, Isla adentro, Las trazas del agua, De lluvias y regresos, Coronda, Permanencia, Un niño en la orilla, Andares, De abajo mira el cielo, La jornada, y Haikus felinos. En ensayo, Cabeza de Medusa.
Ha integrado numerosas antologías nacionales e internacionales. Algunos de sus textos poéticos fueron traducidos al inglés, francés, portugués, alemán, italiano, esloveno, turco, griego, árabe y catalán. Colabora con notas de opinión y artículos literarios en diversos medios del país y del exterior. Fue coorganizador del Primer Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires, realizado en 1999.