* Entrevista a Elsa Cross sobre el libro «El Lejano Oriente en la poesía mexicana«
1) Si bien esta compilación “surge del deseo de rastrear las huellas que el Lejano Oriente ha dejado en la poesía mexicana del siglo XX y lo que va del XXI” ¿cómo logras llegar a estos 141 autores que la conforman?
EC. Esto no ha dejado de sorprenderme. No tenía idea de que tantos poetas hubieran escrito sobre aquellos lugares. De haberlo sabido quizá no me habría metido en este lío de más de 800 páginas; aunque ha sido muy divertido. El libro surgió de un congreso de hispanistas y un reunión del Pen Club a las que fui invitada en Corea del Sur, hace más de 20 años. No soy hispanista, pero se me ocurrió indagar en lo que se había escrito en México sobre ese “Lejano Oriente”, a partir del viaje de José Juan Tablada a Japón, en 1900. La conferencia original abarcaba muy pocos poetas: Tablada, Rebolledo, Paz, Sergio Mondragón, Alberto Blanco y algunos otros. Me dio mucha curiosidad el tema, seguí indagando y, sin darme cuenta ni cómo, llegué a esa cifra de tantísimos autores. Y faltaron otros de los que he sabido después. Publiqué algún adelanto del trabajo, y el tema despertó mucho interés, porque me invitaron a seguir hablando sobre esto en congresos y coloquios en Alemania, Francia, varios lugares de Estados Unidos y aquí también en México.
2) ¿Cuál fue tu criterio para seleccionar los poemas que forman parte no de una antología sino de una compilación?
EC. El criterio fue, principalmente, que tocaran el tema. Le llamé “compilación”, más que “antología”, porque no hice una selección rigurosa que partiera sólo de poemas que obedecieran a mis gustos personales o que tuvieran una gran calidad poética, etc., sino que —como digo en el libro— me interesaba sobre todo documentar el fenómeno, teniendo en cuenta que no se ha escrito casi sobre esto. Quise ofrecer la idea más completa posible de ese amplísimo espectro de expresiones poéticas a que ha dado lugar ese encuentro real o imaginario con el Oriente desde México. Sentí dejar fuera poemas muy bellos, pero que eran muy vagos a ese respecto, u otros sobre el Cercano o Medio Oriente, que en sí mismos serían temas de otras compilaciones.
3) Tu relación con ese Lejano Oriente ¿cómo ha transformado tu vida y tu poesía?
EC. Esto ha ocurrido desde hace mucho tiempo, y de manera independiente de la elaboración de este libro. Concretamente, la India ha sido importante para mí porque ha podido ofrecerme muchas imágenes para cuatro libros que he escrito con referencias a ella. Pero la transformación se dio para mí no por la India sino por una práctica de meditación (ciertamente de tradición hinduista), que es no sólo una disciplina que sigo cada día desde hace varias décadas, sino una manera de ver y de relacionarme con el mundo, con los demás y conmigo misma.
4) Entre los poetas compilados, comentas que veinte practican alguna tradición sagrada, en su mayoría meditación. ¿Hay alguna característica común en la poesía de estos veinte poetas? ¿Influye su práctica en los poemas que escriben? ¿Se diferencian en algo de los no practicantes?
EC. Esta es una pregunta un poco complicada. La meditación desde luego que puede transformar la visión de una persona, puede darle mayor penetración en muchísimas cosas, puede darle temas, pero el talento poético es otra cosa. Cuando se suma a lo anterior, desde luego que puede llevar esa poesía a otras alturas. No obstante, he visto varios casos en que la práctica de cierto tipo de meditación o de otras disciplinas, justamente no sólo ha abierto una visión, sino que ha despertado o ha pulido ese talento, llevándolo a sitios que el mismo poeta no se esperaba, ya que una disciplina interior puede estimular de maneras muy poderosas cualquier impulso de creatividad.
5) ¿Tuviste algún aprendizaje durante la elaboración de El Lejano Oriente en la poesía mexicana?
EC. Me deslumbró ver la diversidad de percepciones y de expresiones sobre las mismas cosas, cuando encontré algunos temas que se repetían. Pero el verdadero aprendizaje fue la paciencia, pues el libro estaba listo para impresión hace siete años, y una de las editoriales no pudo seguir adelante con el proyecto, y a eso siguieron otras muchas peripecias y también anagnórisis. Por suerte todo tuvo un final feliz.
6) “¿Cómo evitar el estereotipo cuando se descubre por primera vez algo cuya fuerza y belleza no han logrado agotar las descripciones tantas veces leídas?”
EC. Eso dependerá de cada poeta.
7) Si los “poemas aquí reunidos visitan desiertos, selvas y montañas, ruinas y jardines, templos y burdeles”, ¿qué visitarían en Occidente?
EC. Tal vez las mismas cosas, además de museos, salas de concierto, playas, centros comerciales (que abundan ahora también en el Oriente), que son cosas que no forman parte de las temáticas de este libro. Lo que resultará interesante será ver a qué expresiones dará lugar el número creciente de visitantes asiáticos en América Latina –-y en todo el mundo.
8) La visión romántica sobre el Lejano Oriente que sostuvieron Tablada y Rebolledo, incluso tú misma, ¿es la que sostienen los poetas de generaciones más jóvenes o la consideras más descarnada?
EC. Siento que más que de generaciones, se trata de sensibilidades y de una percepción específica. Desde luego que es muy distinto tener en mente, como fue el caso de Rebolledo y el propio Tablada, un Japón con geishas y samuráis, que una vista actual del tráfico del centro de Tokio en hora pico. Rebolledo, por ejemplo, sí vio a esas geishas, cosa que muy probablemente no sucederá con un poeta joven que vaya a Japón y que reflejará en sus poemas aquello que se relacione con su experiencia. La visión descarnada es parte de una realidad más descarnada, que es lo que estamos viviendo, y que con globalización de por medio, se extiende por desgracia a todas partes. También es muy distinta la percepción de alguien que va de paseo a esos lugares, y alguien que ha vivido o que vive allí. Y aun dentro de eso, cada quien escoge, de manera consciente o no, lo que quiere ver de la realidad y con lo que quiere quedarse. Estando yo en la India, hace muchos años, pregunté cómo se llamaba un árbol con flores y recibí al mismo tiempo dos respuestas: una persona dijo “lluvia de oro” y otra, “caca de gato”.
9) Una vez concluida esta compilación y en conclusión ¿qué representa el Lejano Oriente en la poesía mexicana?
EC. Un tema que está muy lejos de agotar sus posibilidades.
* CROSS, Elsa, El Lejano Oriente en la poesía mexicana, México, UNAM-UAS-UANL-Vaso Roto Ediciones, 2022
Carmen Nozal