- Un cuento medieval narrado por Nizami (c. 1141-1209) habla de la historia de Mahan, un joven que al entrar en un lugar ve gente conocida, amable, pero nadie es lo que parece: un amigo o una mujer hermosa suelen transformarse de inmediato en diablos o demonios. El cuento habla del abismo entre la esencia y la apariencia. Con esto, pienso en las pesadillas de Borges, en los espejos, y me imagino que quizá su miedo y su pesadilla surgen de la condición de Mahan, de las apariencias de uno mismo en el espejo: cuando no te conoces ni a ti mismo y toda esencia es una apariencia.
- Pasolini en su última entrevista habla del fascismo del consumismo. Considera este tipo de fascismo más monstruoso que el fascismo de Mussolini. Hoy sabemos que la lengua está ocupada por potencias mundiales, por la existencia destructora de un capitalismo salvaje y, lamentablemente, los poetas se están convirtiendo en soldados en pie de tal ocupación: utilizan todos los mecanismos del mercado en su práctica literaria: fama, poder, etcétera. Imagino que hay una metaestructura adictiva en la que convive una tríada de «ilusión», «promesa» y «autosatisfacción». Una metaestructura que corresponde a la tríada de «ficción», «contrato» y «egoísmo». Estas capas viven en un organismo zombi. El simbolismo fluido del capital hace que este cuerpo muerto se mueva. La condición de Mahan se convierte en nuestra situación cotidiana. Si este zombi nos abraza, nos infectará. Lo que perderemos no tiene precio; y al mismo tiempo, el rasgo humano más preciado: la inocencia, que es el mismo «no saber sabiendo» de San Juan de la Cruz: en otras palabras, perdemos la intuición (o la visión) si nos exponemos al aliento de este zombi. Y aun más radicalmente, pienso que cada persona se enferma cuando «aprende» un idioma. La única forma de curarse es a través de la poesía, y por supuesto, la poesía, cuando no es consumible. Es decir, cuando es profundamente fútil. A mis ojos, el mejor poema es un poema que no tiene ningún sentido de la métrica y la escala del mundo de la analogía y el capital. Aquí quiero decir que hay al menos tres fenómenos que no necesitan ningún lenguaje para existir: el amor, la amistad y la poesía. El fascismo del mundo consumista ha crecido bajo la piel de todos los lenguajes, y por tanto puede absorber y tragarse cualquier resistencia literaria. La resistencia ya no puede ser concreta. La piedra se digiere en el estómago de este fascismo. Ahora la resistencia debe tener la forma del aire. Sólo el que está «loco/tonto» está «a salvo» y sabemos que el zombi del capital, con cada Amazonas que arde o con cada iceberg que se derrite, dificulta la respiración de la poesía y la locura.
- Los estereotipos, el proceso contemporáneo de deshumanización, el mecanismo globalizado de dominar la naturaleza y la tierra, todos tienen raíces lingüísticas. Si ayer asesinaban a los judíos en los campos de concentración y hoy siguen haciendo el genocidio de los palestinos, si todos los entornos de la vida humana se están ocupando por el racismo, si se sacrifica la tierra en el nombre del progreso humano, todo esto es evidencia de una sola enfermedad: nuestra civilización está enferma por el lenguaje. En tal condición, nos mira una vieja cuestión: la función terapéutica de la poesía; pero no de la poesía como género literario, evidentemente. Tal función no es el resultado de reinterpretar el mundo con la misma enfermedad del lenguaje. En cambio, se logrará donde el lenguaje se suspenda y, según Ryokan, en el momento en que la ilusión y la iluminación sean dos lados de una misma moneda: cuando lo particular sea lo universal. Como esa noche, en la que el poeta Bashō (1644–1694) y las prostitutas habitan este poema: «Bajo el mismo techo, las prostitutas también duermen: flores de trébol y Luna». La poesía puede hacer este techo en el lenguaje.
- Casi todas las obras maestras del misticismo persa fueron escritas en condiciones de guerra. Son al mismo tiempo una respuesta a la condición humana y a las masacres. Buscan la salvación colectiva porque la salvación individual es imposible. En un mundo lleno de ruido, se aliaron con el silencio. Cuando se aprecia la inteligencia bailan en alabanza de la locura. Si nuestra revista resulta ser una repetición del mismo mecanismo del capital seremos uno de los zombis. Para resistir necesitamos crear una plataforma para la otredad: la locura donde se pueda respirar el silencio. Eso es un horizonte, una esperanza. Intentaremos transformar este espacio en una plataforma de aire. Y ahora, respiremos juntos este número de la revista.
Mohsen Emadi,
Agosto de 2023, Metepec, México