La frontera
Me voy
por favor díganle que
no me volverá a ver…
Me voy
cuando me vaya fluiré como un río
y los ríos no miran hacia atrás.
Estoy harto… tan harto… de estar aquí,
de los árboles… de las piedras
Harto de su ciudad, de ella
de su espejo, pinza, peine y
cabello rizado,
de su manos domesticadas…!
Desde el día que te amé
pensé que eras una mariposa triste
que aterrizó en mis pestañas.
Desde el día que te amé
pensé que eras clara como mis lágrimas
pensé que si yo fuera un oceano
tú serías más profunda que mi alma…
Pero por desgracia,
mi Jazál1, mi amante de Irán,
la ablución eterna de mi poesía,
no mereces que te ame,
has dicho que vendrías… No vengas, porque
esta región no permite que
¡te cases con uno de mis versos…!
Me voy
pero por desgracia
en este Irán de mantos y magia y turbantes…
Debo abrir mis maletas
en cualquier cuartel del ejército
en cualquier base militar…
¡¿Cómo puedo traer de vuelta
unos mechones del cabello de Jazal
para un Lás de mi país?!
Un favor
Te amo en un país
donde las colinas y las montañas
parecen cabezas rapadas
no tienen sombras,
no nos pertenecen
son de la capital y
las esposas del presidente…
Entonces, mi señorita,
Muchacha bella
que incluso mi sombra quiere,
si tu me amas
¡no permitas
que te ame de vuelta!
Búsqueda
¿Dónde estás?
¿En qué lugar, callejón o camino
puedo encontrarte?
¿Pues dónde estás,
patria mía?
¿Si no eres el viento,
por qué no dejas huella?
Me siento solo esta noche
La penumbra es el ataúd de millones de mis lamentos y deseos
La penumbra es el infierno… la herida… la pena… de mis gritos
¡Ven antes de que el sueño me visite,
antes de que un trago me robe la razón!
¿Pues dónde estás?
¿en qué lugar…
en qué villa de mi ciudad…?
¿Cuál de mis poemas te seduce la lengua?
Ven antes que el sueño me visite
¡Antes de que un trago me robe la razón!
Quiero que vengas…
Maldito odio que llevo amando
treinta y seis meses
Asegurate que seas una lágrima
para que aparezcas
en las pupilas de todos mis poemas…
Pero por desgracia,
tambien eres como
otras chicas de mi ciudad.
No eres viento… sino brisa
No eres río… sino arroyo
No eres aguacero… sino llovizna
Eres solo mentiras y
perfume y esmalte… una muñeca.
¿Por qué dejaste que te amara?
Sabías que yo era un caballero
un refugiado incluso en este pequeño país de mi corazón…!
¿Entonces por qué?
¿Por qué dejaste de ser
esta montaña de amor
que me abrigaba?
Sabías que yo era un Farhad2
mi boca llena de insultos
escupitajos y mentiras…
Sabías que no soy un poeta domesticado
¡¿Entonces por qué
por qué
por qué
por qué
por qué?!
Bakr Ali بەکر عەلی (también se conoce como Abubakir Ali) fue un poeta kurdo, nacido en Slemani al sur de Kurdistán en 1968. No continuó sus estudios más allá del octavo grado por asuntos económicos. Fue un autodidacta que amaba tanto la poesía que no dejó de leer bajo ninguna circunstancia. Siempre fue una persona rebelde. Sus posturas políticas eran de izquierda y creía en la lucha proletaria, el radicalismo y la revolución de los trabajadores y los oprimidos. Fue arrestado por el partido baazista iraquí en 1987, y liberado tras cuatro meses de torturas severas. Cuando las autoridades de la ciudad de Slemani amenazaron con demoler las casas de adobe del barrio Hamiya para construir el actual parque Azadi, Bakr Ali dirigió las protestas en contra del desarrollo. “Ya que no piensan en cambiar nuestra vida de adobe por una vida floreada como la suya, ¿por qué no nos dejan vivir aquí?” una vez le dijo en voz alta a las autoridades. Finalmente, el 1 de septiembre de 1994, Bakr Ali fue herido en una manifestación. Trató de escapar, pero recibió un brutal disparo en la boca; así fue asesinado y silenciado para siempre. Su madre no pudo soportar tal tragedia y murió 2 años después. Aunque el poeta había declarado “Vamos a enrojecer las calles con flores, no con sangre”, su sangre enrojeció las calles por oponerse a la injusticia.
Bakr Ali publicó sólo un poemario a lo largo de su vida, Las noches más negras que tu cabello. Por la noche, cuando escribía poemas frente a las velas y linternas, su madre a menudo se enojaba con él por escribir, pero él le decía con calma: “Querida madre, alguien que aún no ha nacido leerá y recitará mis poemas.” Esta es la primera vez que aparece una muestra de su poesía en español, traducida por Jiyar Homer e Isabel López.