Cinco poemas:
Odette Alonso

CARRUSEL DE INVIERNO

Hundo el puñal en la estatua de hielo.
No hay frío en el tambor
ni en la brisa de la tarde.
El frío va por dentro
imaginando un viaje
los labios del deseo
esa suerte del náufrago.
Una moneda gira entre mis dedos
siento en mi boca ese licor dulzón.

Arde el licor como tarde de agosto
lentamente se desliza
río de lava.
Armo a retazos la frase que no digo
la ruta de la sangre sobre la piel blanquísima
y el vello imperceptible que la cubre.
El frío va por dentro pero el licor alivia
y el golpe en el tambor
rotundo
repetido
es fuerza bruta
llamado original.

En las habitaciones se sirven las meriendas
pozuelos llenos del elíxir de la uva
que atizan el calor bajo el estómago.
El dedo que dibuja las siluetas
acaba descubriendo el origen del mundo.
Se derrama el sudor
sabores que la lengua paladea
grito en sordina y carcajada.
El tambor hace lo suyo
ya no hay frío.

Pudiera ser feliz en esta orilla
el tiempo es fiel
limpia la cama
azules los azules.
El sol hace brillar el mar como un incendio.
Un sendero de luz
teje su red entre las calles
llega a mis pies
expulsa del dolor las rosas muertas.
Es el terco egoísmo de la felicidad.

Pasean en el parque los andantes
caliente el paso y calientes las bocas
que sedientas
persiguen el frescor de la cebada.
Sudan los cuerpos en frenética danza
y suda el mar sobre las pieles
sobre el cuero del tambor
sobre las manos callosas que lo tocan.
El néctar en sus labios vuelve a la tarde tibia.

Primero fue tu vientre
un pasillo de hotel
el golpe de la sangre.
Primero fue el espasmo
una lluvia de alfileres en tu boca.
Se detuvo la noche al pie de la ventana
una flecha de luz la hizo pedazos.
Fui el aliento en tu espalda
la bruma en tu mirada
una fruta madura abriéndome en tus dedos.
El tambor redoblaba como un fuego de azogue.

Entonces fui feliz
salí a las calles de esa ciudad
donde no había nadie a quien decirle adiós.
Echaba pólvora a la rosa de los vientos
y escuchaba el bramido de las aguas.
Cantaba como todos
y bebía ese turbio destilado de agave.
Era feliz como un ahogado
como un náufrago
como el humo de un vapor en alta mar.

Agazapado tras el manto de la bruma
llega el amanecer
la arena hace montículos que el viento desperdiga.
Todo adiós es el mismo
repetido
la isla que se hunde
el beso ajeno.
Una gota de tiempo se pierde entre mis ojos
calla el tambor
queda la música flotando sobre el mar.

CARTAS AJENAS

el miedo como hoguera nos incendia

Leo
a hurtadillas
la carta de una mujer que me antecede
y que también soy yo.
Hay una luz que no era luz hace un segundo
un trombón martillando en el silencio.
Oigo el agua caer en la vasija
la secuencia del minuto sobre la aguja quieta.
Bajo mis uñas corre el hilo de tu sangre
cada rincón tiene un grito
y un olor.

LA FIESTA QUE NO FUE

cada rincón tiene un grito y un olor

Acompasada cae la gota
indiferente
zumba el insecto delante de mis ojos.
Se borraron las fotos del álbum familiar
queda sólo una fecha
un contrato rasgado
y en la mesa
las viandas que ya no comeremos.
La abuela llora todo el tiempo
todo el tiempo está enferma
y temblorosa
rezando una plegaria inútil.
El abuelo le recrimina el vientre flojo
que no dio hombres como él.
Nunca son nuestras las casas de la infancia
vacíos los estantes
medidas las sal
y la esperanza
el silencio es la única respuesta.

VERDE

el silencio es la única respuesta

Dije verde por decir algún color.
Todavía era marzo
del acordeón brotaban unas notas infames
y olía a gardenias.
Como en una película
he vuelto la mirada
y vi un cielo empedrado
el horizonte un lienzo
mi corazón
sencillo
en el fragor de la ciudad.
Dije verde
y la tarde se escabulló entre sombras
verde la piel de salamandra
verde el fuego del ocaso en la bahía.
Así
cualquier papel parece un mapa
y la tinta se desliza con soltura.
Tinta verde.
Eso dije
por no quedarme muda.

PAPEL DOBLADO

por no quedarme muda

Sobre el papel doblado
dos palabras
una voz que retumba en el cuarto vacío
un pincel que imita al mundo.
Entre las manos
la corteza de un árbol
su madera quemada.
Náufrago
el tiempo es un tronco en alta mar
un sueño de ciudades y pirámides
fruta podrida entre los ojos.
Bajo el calor impío
un nombre de mujer.
Sobre el papel
silencio.

Poemas de Lo que transcurre (Miami, Ediciones Furtivas, 2023)

Odette Alonso nació en Santiago de Cuba y reside en México desde 1992. Su cuaderno Últimos días de un país obtuvo el Premio Clemencia Isaura de Poesía 2019; con Old Music Island ganó el Premio Nacional de Poesía LGBTTTI Zacatecas 2017 e Insomnios en la noche del espejo mereció el Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” en 1999. Autora de quince poemarios, una novela y dos libros de relatos. Compiladora de la Antología de la poesía cubana del exilio (2011) y coeditora de Versas y diversas, muestra de poesía lésbica mexicana contemporánea (2020). Creadora y organizadora de los ciclos Escritoras Latinoamericanas y Bulevar Arcoíris, en el marco de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, y co-coordinadora del proyecto cultural Bulevar Arcoíris. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.