La Dichosa Palabra es el programa de la televisión cultural mexicana más visto en el país, emitido por Canal 22, transmisión pública y abierta, con programación formativa y difusora de la cultura. El “dichoso” programa tiene como antecedentes los canales culturales Barra de letras y El Gimnasio, ambos transmitidos por el mismo canal y conducidos por Pablo Boullosa. En 2003, Boullosa comenzó a planificar el proyecto, bautizado como «La dichosa palabra» por Froylán López Narváez, y el 8 de marzo de ese mismo año, se transmitió el primer programa, con el propio Pablo, Laura García Arroyo, Nicolás Alvarado y Eduardo Casar González, el poeta que nos ocupa en esta ocasión. Germán Ortega Chávez se incorporó a finales de marzo y Nicolás dejó el programa en la temporada 11.
Eduardo nació en la Ciudad de México, el 6 de marzo de 1952. Es ensayista, narrador y poeta. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es profesor de su Facultad y de la Escuela de Escritores de la SOGEM. También fue conductor del programa cultural de radio «Voces interiores”.
“Entré a estudiar Letras porque la mujer de la que estaba enamorado iba a estudiar Letras y porque ella me introdujo a la lectura de Rayuela y Rayuela me hizo sentir que yo pensaba con palabras. Y entonces, después de ella (de Rayuela) comencé a redactar todo lo que veía y sentía y eso me hizo muy contento. Sigo contento, cuando no me interrumpen”, me cuenta, con su magia y simpatía.
- ¿Quiénes son los protagonistas contemporáneos de la poesía mexicana?
Todos los que escriben poemas y todos los que los leen. Los poetas hacen los poemas y los lectores hacen la poesía. Los que no lean poemas que no los lean: ellos se los pierden, pobrecitos y ni modo; tampoco se puede obligar a nadie a que sea mejor, si ni siquiera sabe qué es ser mejor. En México hay impresionantes poetas, en todos lados, en todos los estados de la república: en los estados sólidos, líquidos, gaseosos y los que se están descubriendo hoy por hoy. Así como todos los niños nacen a partir de alguien, todos los escritores de poemas nacemos a partir de todos los poemas que se han escrito (en cualquier lengua) antes de nosotros.
Su proceso creativo, reza más o menos así: “Se me ocurren poemas sobre todo cuando estoy leyendo, como dijo Elisa Díaz Castello hace poco en una entrevista. La literatura no es solamente escribir y leer: es también, sobre todo, comentar y compartir con los amigos, con Ariel Contreras, con Armando Pereira, etc., lo que nos entusiasma y enaltece. La narrativa pide agricultura; la poesía, en cambio, es nómada. Pero cada escritor de poemas tiene sus ritualitos”. Y así es, la literatura es compañía, cercanía, buscar el corazón del otro.
“Y lo de la radio”, me explica cuando le pregunto si lo que ha hecho hasta ahorita era su propósito en la vida, “fue idea de Fernando Chamizo, quien me inventó un programa en Radio UNAM que era totalmente libre. Lo producía Manuel Díaz Suástegui, gran músico y gran carnal. Era de las 23 hrs. a la 1 de la mañana”.
- ¿Crees que sean válidos algunos soportes alternativos que utilizan los jóvenes en su poesía, como música, video, stickers, etc?
Válidos sí son, y qué bueno que los sigan haciendo. A mí, que ya voy de salida, no me gusta ningún poema intervenido por el bótox de la imagen o la estridencia del ruido organizado de la música. En las redes hay un resurgimiento de los aforismos, pero el chiste es que sean buenos: no cualquier frase contundente tiene el diente (o el dente) del aforismo. Para mí un poema hay que leerlo bien: oigan, ¡por el amor de dos!, cómo lee de prodigiosamente Ofelia Medina los poemas de Sor Juana. Oigan cómo leía Luis Rius.
De los poetas de su generación, nacidos en los cincuentas, yo podría mencionar a Tedi López Mills, José Ángel Leyva y Francisco Segovia; ahora, él, de corazón amable, dice: “Los poetas de mi generación son buenísimos. Si menciono a algunos, los demás se van a sentir, así que solamente voy a mencionar a Víctor Manuel Cárdenas, que como ya se murió no se va a sentir, y además porque es mi carnal”.
Dueño de un sentido del humor agudo e ingenioso, imagino una cuarentena divertidísima al lado de este personaje de la cultura mexicana, ese señor barbado que vemos todos los sábados hablando de palabras, de poesía y provocando la risa de sus compañeros panelistas; pero me dice seriamente: “La paso en casa, con mi señora y con mi nietastra. Se crea una nueva rutina; los horarios se descomulgan. El espacio en el que habito está forrado de significados que tienen lomo y que se llaman libros”. ¿Qué haría un poeta sin sus libros en estos tiempos de incertidumbre? Me parece justo.
“Escribir no es una locura ni un destino… Lo que sí puedo especular es que los que no escriben sí pueden padecer (o gozar) alguna enfermedad mental. Los escritores que dicen que escriben porque no pueden hacer otra cosa están simple y simplificadamente repitiendo respuestas para las que los amaestraron en las ferias de libro”.
Casar fue guionista de la película Gertrudis Bocanegra, dirigida por Ernesto Medina, que aborda la vida de una joven criolla michoacana, que se dedicó a defender los derechos de los indios, ambientada en la época de la Independencia. También ha sido colaborador de Excélsior, La Jornada, México en el Arte, Plural, Punto de Partida, Revista de la Universidad de México y Siempre!. En 1976 fue becario del INBA y premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas por La producción literaria de Revueltas en su contexto histórico (en colaboración con Silvia Durán Payán, Carlos Muciño y Armando Pereira). Además, Premio Internacional de Literatura, Letras del Bicentenario «Sor Juana Inés de la Cruz» por su libro de poesía Grandes maniobras en miniatura.
- ¿Cuál crees que sea el futuro de la industria editorial en México y en el mundo?
“Creo que el libro todavía va a vivir y vibrar con buenísima salud durante muchos años… hasta que el universo explote dentro de 4500 millones de los mismos y ni Borges ni Sabines ni los lectores ni los nietecitos de los lectores sobrevivan”.
“Yo no decido cuando un poema es bueno o es malo, decide una comunidad de comentarios. Creo que en el ámbito académico (llevo 46 años de antiguo en mi Facultad que, aunque no es mía es de Filosofía y Letras) se producen genialidades”, me dice de manera virtual, con su perspicaz elocuencia. “Hice talleres de creación literaria durante unos 23 años a partir de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), y la combinación de ambas actividades me medio capacitó para generar un ojo clínico con el que detecto quién corona y quién se agacha gachamente en lo que escribe; pero no lo puedo explicar más que con ejemplos concretos”.
Eduardo hizo radio durante 18 años y ahora lleva otros 18 haciendo televisión. “Es simplemente un modo de difundir lo que me gusta, que es la literatura. Debo decir que no solamente leo literatura y considero que algunos historiadores escriben mejor que muchos escritores literarios”.
Ha publicado: Noción de travesía (poesía), ediciones Mester, en 1981; Son cerca de cien años (poesía), UNAM, 1989; Caserías (poesía), UNAM, 1993; Mar privado (poesía), Conaculta-Instituto de Cultura de Aguascalientes, en 1994; Las aventuras de Buscoso Busquiento (cuentos para niños), en colaboración con Alma Velasco, Grijalbo-Conaculta, también en 1994; Amaneceres del Husar (novela), Alfaguara, en 1996; Parva natura (poesía) Plan C editores/Conaculta, en 2006; Habitado por dioses personales (poesía), Calamus/INBA, en 2006; Ontología personal (poesía), Conaculta, 2008; Grandes maniobras en miniatura (poesía), Gobierno del Estado de México, en 2009, Para qué sirve Paul Ricoeur en crítica y creación literarias (teoría literaria), Universidad Iberoamericana, 2011; Unos poemas envozados (poesía), Colección Voz Viva de México, UNAM, 2012; Vibraciones a 500 metros (poesía), Parentalia ediciones, 2013.
Me interno en el mundo de Eduardo Casar y encuentro este poema que me duele y me enternece, pero me enternece él, por la hondura que le da a la vida, por su candorosa habilidad con la que escribe:
HIEROFANÍAS
Si Dios viviera
no sería un hombre justo.
O lo sería solamente
en el sentido
más negro del humor:
porque Él apunta y da
siempre en el blanco:
escoge a una niña que es capaz
de deslumbrar con su sonrisa
de solamente dos dientes diminutos
y le derrumba un techo encima.
Escoge a una mujer inteligente y bella
y la encierra en un taxi con tres
bestias que la cortan y la tiran.
Dios tiene mucho instinto,
es un bardo con tino
como para dejar a Borges ciego
y concederle una vista perfecta
al francotirador asalariado.
Aunque Dios es el autor intelectual
parece que alguien le estuviera pagando.
“La poesía mexicana es como una diversidad. Ojalá que hubiera muchos más encuentros de poetas y poemas”, expresa el Doctor en Letras por la UNAM. Después de un par de llamadas telefónicas, nos agradecemos la entrevista mutuamente. Yo abro una cerveza, él se sirve un vodka.
Fidelia Caballero Cervantes, estudió Letras Hispánicas y Artes Plásticas en la Universidad de Sonora. Ha publicado los libros: “Give me five” (1993, Colección Desierto Mayor, Ed. UniSon. Hermosillo, Son). “Todos se están muriendo de algo” (1998, Colección Varia, Ed. UniSon. Hermosillo, Son. Prólogo de Thelma Nava). “Duelo de dolor el beso” (2003, Colección Horas de Junio. Ed. Unison y el 22 Ayuntamiento de San Luis Río Colorado. Hermosillo, Son. Prólogo de Luis Enrique García). “Toy” (2005, publicación de autor, SLRC, Son.), “Una caja con gusanos” (2010, Colección Lengua de Camaleón, Ed. UniSon. Hermosillo, Son.). “Consagraciones” (2015, Sediento Ediciones, CDMX. Prólogo de Eusebio Ruvalcaba). “Después de todo” (2017, Desliz Ediciones, CDMX. Prólogo de Agustín Ramos). “La vida innecesaria” (2022, Desliz Ediciones, CDMX). Ha participado en diversos encuentros de literatura a lo largo del país y sur de Estados Unidos y ha publicado en revistas y periódicos culturales a nivel nacional e internacional. Fue becaria del FECAS (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora). Actualmente hace entrevistas para el portal cultural Poetripiados de Ciudad Juárez.