Voces Femeninas Actuales:
Clarissa Macedo

PESCA

En la fila de trabajos
me dieron una caña de pescar.

Contrariamente a las profecías,
no conquisté el universo.

No hubo cebo
no había lago
no había nada.

Los peces desaparecieron (¡!)
tragados por los que ya sabían pescar,
por quienes pescan de familia en familia
con el mar a la mano
y dedos enseñados;

¿tienen una varita mágica?
¿Es por eso que no pesco?

Llevo algún tiempo dedicándome al oficio de pescar.
y nunca funciona.

Han pasado años también
que el olor a pescado invade las paredes, el catre, mis sueños, mis oraciones.

Sigo: persisto,
de anzuelo desgastado,
en el ejercicio de alimentar
a la madre, a las hijas, a las hermanas;
pero todas disminuyen
en la diáfana tarea
de engañar al hambre
de deletrear la muerte.

Así, en el apogeo de ese día,
convencida de que la pesca
sin cebo, pez o lago
no engañaría el dolor, la miseria,
até la cuerda al tronco más duro;
y allí, con el cuerpo colgado,
miré para siempre el estanque vacío de mi casa.

DESCONOCIDA

Se acabaron las utopías
en nombre de la televisión,
un error cometido
por el precio del petróleo

Te amo, tu me amas
y el verbo ya no puede mar

En el nombre de Cristo
se dieron muchas guerras
en nombre de la deuda
una tristeza en el tronco del país.

Todos los maestros murieron
y en tu carne se dibuja
rasgos que inauguran un título
baraja abierta en el reverso de la palabra,
ala hecha de cuerpo y coraje

El mundo ahora
cruza un lago sin memoria
y en unos años
seremos más pobres
más tontos
más tristes
en el alma
y en el plato ( )

Crece una rasgadura
masiva y sin historia
en la contraseña llamada patria –
esta mancha, esta polilla
este inmenso vacío en el nombre
en el mito de una época llamada aflicción.

CHISPA

Ayer había esperanza
toda la esperanza del mundo.
Hoy soy un desastre
un catálogo de dudas
y deseo.

Los pájaros ya no vuelan
y el día que nace
es un luto ordinario, severo,
colocado sobre la mesa.

La boca dice lo que dice el corazón
y el dolor es antiguo:
llega, se instala
abre agujeros en la aorta, lentamente,
para aprender –
del acertijo
de la sutura
de la herida
de belleza.

Los fracasos… se saludan;
lo que queda es el peso
la humillación fija en los ojos.

Digan que perdí:
que me perdí las clases de emprendimiento
y visité las de angustia y miseria;
no voy al centro comercial
que rompí los papeles y me los comí.

Digan que lo perdí todo:
la fe, el sueño, el dinero que no queda.

pero amo como si fuera yo el país
esta cavidad abierta
expuesta, desangrándose hasta morir.

Clarissa Macedo (Salvador/BA), doctora en Literatura y Cultura, es escritora, correctora, agente cultural, editora, investigadora y docente. Actúa en eventos en todo Brasil y en el extranjero. Publicó O trem vermelho que partiu das cinzas, Na pata do cavalo há sete abismos (Prémio Nacional de la Academia de Letras de Bahía, traducido al español, España y Perú), O nome do mapa e outros mitos de um tempo chamado aflição y A casa mais alta do teu coração (Premio Biblioteca de Paraná). Es creadora del Encontro de Autoras Bahianas y Sarau Cartografias.