Eulalia
Soy Eulalia, pero me llamaban Rosa la bruja,
hacía magia blanca, ayudaba a conquistar con una vela rosa
y a recuperar el amor con el embrujo de la luna;
aumentaba la pasión con los secretos marinos de los caracoles
que batía en la marmita de mis embrujos;
evitaba la nostalgia con perlas de éter y polvo de estrella
y usaba el ajo macho contra los malos espíritus
y contra la infidelidad;
usaba la loción de fruta verde para el dinero
la amarilla para el oro y la transparente para el sexo.
Hacía limpias contra la mala suerte
con rosas hervidas y carbón de leña roja
mezclándolo con agua pura de lirios.
En mi consultorio levantaba los ánimos,
alejaba las dudas y las malas patrañas;
adivinaba y hacía feliz a la gente con mis buenos presagios.
Con mi gato malo que se llamaba Sam
paseábamos todas las noches en la moto colorada de mi risa
tirando tarros contra las paredes para asustar a los desvelados
y hacerle propaganda al negocio.
Desde que me dijeron que las brujas no existen
vendo Biblias.
Ahorcado
Que bello el ahorcado,
Da vueltas, lame el viento su lengua,
Con su silencio de péndulo
Marca un grito de ayer.
El ahorcado mira a tierra,
Viaja en su sueño la muerte
Y con su mirada volátil
Rechaza su origen,
La naturaleza de la tarde,
La bulla de los niños
Y el estrépito del sol en las cabezas.
El ahorcado duerme de espaldas al aire,
Es un fruto maduro, estalactita henchida de dolor;
Sus ojos blancos sueñan con la noche
Y con el polvo que levantan las sirenas y los gritos.
Que bello el ahorcado
Nos enseña que la vida se atora en la garganta.
Cuando era puta
Cuando era puta
fisgoneaba bajo las enaguas de la noche
El cielo picoteado por las estrellas
Disfrazaba mi tristeza con un brandy amargo
En el rojo encendido de mis labios
Para que los hombres no habitaran mi boca
Que es un canto sagrado.
Cuando era puta era casta al enamorarme
Y volaba de esquina a esquina
Hurtando la sonrisa de los emboladores
Que brillaban mis piernas
De los que apresaban mis sueños
Y los molían a golpes
Y no era falso ir a misa.
Cuando era puta fui libre.
Olores
Si te persigue el olor a fétido
Será que tu madre te busca a gatas
Para enredarte sus pañales
Y confundirte con sus angustias;
Si te persigue el olor a amarillo,
No creas que el sol se derrite
Atónito y triste ante tu mirada,
Viene tu padre batiendo un pañuelo
Con el que se limpió tus miados.
Si te persigue el aroma ocre,
No creas que se ha revenido la tumba donde agonizas,
Es tu cansancio que ya empieza a perseguirte.
No dejes que te persiga el aroma de la naftalina
Que te protege y te confirma,
Chupa alcohol y deja que el olor a tufo
Te bautice, te nombre y te enlagune.
Pónle cuidado a los olores,
Si tu culo huele a rosas
Te persigue la muerte.
Tuerto
Al tuerto no le tienen confianza,
No le echa ojo al carro
Y deja derramar la leche mientras cocina una sonrisa,
Sólo ve de medio lado.
Dudan de él y lo tildan de falso,
Mientras llora por un ojo, por el otro
Sueña con la oscuridad y con los pétalos que duermen,
Durante el baile de la noche
Cierra el ojo bueno y abre el tuerto
Para vigilar el sigilo de las sombras.
Las mujeres lo aman, creen que tiene el ojo tuerto
Para alagarlas cuando pasan.
Algunos piensan que es tuerto de mentiras,
Que se ha maquillado un ojo para jugar al espía,
Al cómplice de los rateros, pues no les echa ojo.
Pero si la noche tiene un sólo ojo
Por qué el tuerto habría de tener dos.
Perro
Si tenemos perro debemos levantarnos temprano
Para que nos pasee el perro.
El hombre es el mejor amigo del perro,
No importa si tenemos hambre,
Primero es la comida del perro,
El baño del perro,
El sueño del perro y las cosas del perro.
Creemos que el perro nos hace felices
Nos bate la cola
Nos llena de microbios la cara cuando nos lame
Ensucia el jardín, el tapete y la cama.
Nosotros aprendemos del perro
Nos gusta que nos saquen a pasear
Que nos acaricien
Que nos dejen dormir todo el día y que nos sean fieles.
Nosotros también gruñimos cuando estamos furiosos
Sacamos la lengua cuando estamos cansados
Movemos la cola de la sonrisa cuando estamos contentos.
Aprendemos del perro que debemos cuidar las cosas
Y que todo el mundo debe servirnos
Si no tiene espejo compre un perro.
Espejo
Adán al revés es nada (Unamuno)
Unamuno no sé
Eva al revés es ave
Samaritana al revés Ana tira más
Noé al revés Eón
abad al revés daba
asir al revés risa
mar al revés es ram
memoria del agua
amor al revés Roma
Rama al revés amar
hales al revés selah
orar al revés es raro
otro orto
Ares al revés será
Éter reté
Ario oirá
salir rilas
TV VT
Seres invertidos Seres
río al revés oír
des sed
nos son
se es
solos al revés solos
Seres invertidos Seres.
Quién dijo que en este mundo
no nos rondan los espejos brujos.
Manos arriba
Todos los días levantamos la mano
para responderle presente a la rutina;
pedimos la palabra para soñar,
en los atracos nos levantan las manos
durante las requisas los soldados nos izan las manos,
el cura nos excomulga con las manos levantadas,
para echarnos desodorante levantamos las manos,
con las manos en alto pedimos perdón,
los insultos vienen en las manos levantadas,
en el ataúd nos dejan bajar las manos
porque no cabemos.
Un hombre mirando al sudoeste
La imaginación es un fantasma,
nos enseña con metáforas sencillas
el placer del vuelo y la fiesta del olvido.
Sus bocetos señalan el lugar
donde contemplo la fortuna
de hallarme lejos de las sombras.
Todos pueden subir a sus nimbos
como si estuvieran nublados por el opio,
nadie les solivianta el peso
de los días aciagos.
Nos dan choques eléctricos
los exorcistas y los siquiatras,
nadie debe espantar la realidad
que nos atormenta y evapora.
Gracias a los parajes de la imaginación
huimos del tedio
y alcanzamos el horizonte del deseo.
Si no fuera por su fantasma
todas las religiones
carecerían de fundamento.
Caruso
Siempre que me canto
me sorprendo con la cascada de ruidos
que se van por el sifón.
Me canto en la ducha para limpiar mi voz
del cascajo que dejan los fantasmas
de mis días infelices.
Entonando entono
sones de sobras,
racimos de instantes,
melodías compuestas de risa.
Tras las muchachas
ensayo tocatas,
y si tomo la batuta
una que otra cae en mi canto.
Me canto de todo,
y cuando me hallo en medio de la calle
los espíritus impulsan la lluvia,
siempre hay que afinar bajo la ducha.
Gallinas
I
El huevo es el centro del universo,
casi todos gustan que les den huevo,
lo costoso vale un huevo,
la cautela enseña a ir como pisando huevos;
hay vidas que tienen huevo,
los proyectos precisan huevos,
quien no logra su meta es una hueva.
II
La vida nos ampolla,
y cuando rompemos el cascarón
nos pica la desdicha;
las meseras culecas nos ayudan a clavar el pico,
sus picos nos sacan de la pollería de la rutina;
hay quienes no siguen la gallina gorda de la norma,
son los picados gallos de pelea o los pregoneros de la luna.
III
Somos buenos herederos de las gallinas:
de nada armamos una empolladura,
organizamos cócteles y nos gusta el arte
-una galería es una gallera en silencio-
la mayoría busca pollitas que píen
y sepan empollar la polla.
Algunos cloquean a solas,
buscan las respuestas en el granero del universo.
IV
Somos tan gallinas
que el gavilán de la muerte
nos saca corriendo del gallinero.
Ponido
La palabra ponido no tiene puesto,
va por el poniente con los ojos largos
y un llanto seco en su poro desierto,
como un perro que ladra perro
se inventa caballos y galopes
que devoran vientos en la sed del vuelo.
Aunque tiene más ritmo que puesto,
todos los correctores de estilo le cierran las puertas
como a cualquiera que no entra porque no entra,
será que yacen sobre su gramática exacta
como los muertos que están muertos
dentro de su geografía ortográfica.
Pero qué bello sonaría han ponido un país extraño
en mi memoria para que lo recorra con los sueños,
o han ponido mi historia en duermevela
bajo el ángel de una lámpara apagada,
o te han ponido a ti que no me sueñas
como guía de mis pasos pensativos.
Quizá un día lea en un libro
aquí han ponido las gallinas de mis sesos.
Paisaje de cartón
Los insectos odian el campo
semántico.
La lluvia es árida,
los árboles sudan tinta
por andar tan tiesos
sobre cimas gramaticales.
Nada útil,
nada fértil
para una tarde de Cante Jondo
entre las ramas.
El río que lo recorre
siempre lleva las mismas letras
muertas sobre el renglón.
Al llegar la tarde
solo el gramático y el gorgojo
campean esos parajes.
Como profe escuelero
el ácaro ortográfico
los recibe con los brazos abiertos.
Flores muertas sobre flores muertas,
tizne y hollín en grupos,
nada sirve para el vuelo;
tristeza con tristeza la comarca
que junta los caminos
por donde se pasea la ausencia.
Sepulturero
Decoro a los muertos
Que lívidos y vestidos de lila
Me echan en cara
Los horribles ornamentos,
Los afeites y la base blanca que huele a triste.
Nunca les pregunto si desean volutas de café
O un ponqué con sabor a lágrimas,
Los maquillo y les abro la ventana a la muerte,
A la perezosa tarde que los aguarda
Entre bajeles de rancios aromas,
Solo para que la gusanera se frote las manos
Pues ya no brilla para ellos la luz perpetua.
Embellecedor
Cuando bebo te sueño entre meandros y corales
Ataviada de asombrosos hábitos y de melodías
Que se contorsionan en tu aire gris de humo.
Cuando bebo no asisto al funeral de tu muerte,
Camino por la cuerda floja
De mi copa a la copa de tus labios
Y a mi risa la agitan las olas.
Cuando bebo,
Sueño que luces como una mermelada en el desayuno
Y me gusta habitarte, deambularte,
Olfatear tu rosa negra
Y navegar tu mar rosado que no tiene algas.
Si no bebiera se burlarían de mí en los bares,
Eres tan linda cuando bebo.
Buena suerte
Deseaba cambiar mi suerte,
Salí a buscar un trébol de cuatro hojas,
Lo hallé tímido y mudo
Sobre las manos del rocío.
Me observó temblando.
No lo toqué,
Buena suerte tuvo el trébol,
Me fui a casa a ver el cactus.
Deseo
De la palabra aljibe
extraje todas las monedas que sobornaron deseos
para comprarme el espeso viento
que ahora enrollo bajo los árboles
en largas hojas de silencio.
Recostado contra la añoranza
prendo el torbellino
con la lumbre de la tarde.
De cuando en cuando
echo volutas de nada
donde embarco los ojos
hacia la luz que se deslíe.
Solo pido que no haya manzanas
que me lleven a una teoría.
Lianas de humo
Mi abuela me llevaba a las misas de gallo
vestido como gallina de alquitrán,
en los zapatos brillantes veía el tiempo del ruego
y la cara atormentada de los santos.
Por el peso de las súplicas
los pabilos se caían de cansancio
y le prendían fuego a los atriles de hierro,
monaguillos corrían en sus trajes rojos
con matacandelas para conjurar la llamarada.
Mientras yo veía a mi abuela jubilarse de rodillas,
la legión de hippies subía como ángeles
en volutas de marihuana hasta el campanario
y más allá;
las letanías colgaban en racimos
y el cura se santiguaba al ver a todos esos cristos
desfilar por el atrio.
De tanto acompañar a mi abuela a la iglesia
de Lourdes en Chapinero,
aún conservo en el aliento el gusto
por la hierba santa.
Jaime Londoño es escritor, traductor, editor, y profesor colombiano. Magister en literatura latinoamericana, tesis laureada y medalla al mérito por Teoría sobre las emociones. Ha publicado los libros de poemas Hechos para una vida anormal, Alquimistas ambulantes, Mago sólo hay uno, Fantasmas S.A., De mente nómada, El secreto de los insectos y Alas de cemento. Además, ha publicado el libro de historia Epitafios: Algo de historia hasta esta tarde pasando por Armero, el libro educativo Competencias escriturales desde prejardín hasta grado 11 y el libro de cuentos Sinapsis delirante. Ha sido traductor de Oscar Wilde (El alma del hombre bajo el socialismo) y de Aloysius Bertrand (Gaspar de la noche). En el ámbito de la gestión cultural, ha sido jurado en diversos concursos de poesía; coordinador de talleres de poesía para Casa de Poesía Silva, destinados a niños y docentes de los colegios distritales de Bogotá; y, desde 1997, director del taller de poesía en el parque de Usaquén en Bogotá y dicta talleres de poesía en escuelas rurales de Colombia.