Triada
Había un fuego;
algo que venía
de una dirección desconocida.
Algo: llamaradas, humo, polvo.
Algo: avaricia, vanidad, abandono.
¿Qué tan desconocido era, entonces, ese punto en la distancia?
Los recuerdos surgen en alguna parte
de tu cuerpo.
Alguna: la rodilla raspada o la boca del estómago.
Alguna: la oreja horadada o la arruga por debajo del seno.
Dejas a un lado la piel y lo revelas:
todos los caminos llevan hacía el fuego.
Eres el fuego mismo.
El cerillo al pastizal. El sol furioso.
La colilla mal apagada que lo inicia todo.
Que lo termina todo.
No hay distancia entre la tierra que arde
y tú:
Apenas la sombra
que se consuela en su piromanía.
¿Había un fuego?
Ingratitud
Has dicho que no.
Y al encuentro con cada verso
sólo hay una respuesta
automática del cerebro
que interpreta los símbolos.
Estás poseída por la furia.
Vuelves la cara al techo y te
vas en un silencio maquinal.
¿Poesía? ¿La sangre? ¿El hilo tensado ?
¿La bolsa de plástico negro? ¿El jaguar?
Invisible entre las palabras
te haces pequeña, pero instintivamente
cruel, como una niña.
Ya no más libros de poemas,pólvora,
poemas, celos, poemas, veneno.
Listas interminables de adjetivos
y ni un indicio de piedad.
Sólo necesitas un mimo.
La mirada compañera
o un espejo.
Te niegas y prefieres el
acto mecánico. Indiferente.
¿Poesía? ¿El agua salada?
¿El insecto? ¿La guillotina?
Aullido
Llegamos en medio de febrero y descubrimos el canto.
Los lobos que traspasan las pantallas.
Amamos las pantallas como un sustito de la vida.
Todo está en azul.
Llamamos a los espectadores con nombres falsos
que hemos inventado esta noche.
Hay lobos.
Y cantamos, aúllamos con ellos hasta sentirnos
suficientes.
Tenemos miedo, pero reímos con carcajadas
afiladas como un cuchillo carnicero.
Un sable samuraí.
Una hoja de afeitar.
Somos tan filosos, también, en nuestro llanto.
Cada lágrima nuestra podría partir, en dos, una uva.
Somos parte. De qué somos parte. Una manada, sí.
Un coro.
El coro que estalla en dientes y grititos.
En lamentos y migajas.
Nos hemos convertido en lobos o ,por lo menos,
en bestias un poco más efectivas.
Encajamos a la perfección con las pantallas.
El cristal que se estrella de las orillas para astillar, de tanto en tanto,
las miradas.
Estamos cargados de culpa. Tenemos dudas, temblamos.
Una estela de perfume nos da un placer limitado.
Celebramos la llegada de los días. Tememos al tiempo.
La contradicción se impone en nuestro pecho
y obstruye el aire. Nos ahogamos en un recipiente pequeño.
El océano.
Amamos las pantallas como un sustito de la vida.
Todo está en azul.
Conjunción
Deseo que venga a mí y se pose en el dorso de mi mano.Y ella elija no dañarme.
Y que escoja la forma que más le apetezca: una polilla, mariposa, mariquita; una pajarita miniatura cuya especie no sepa reconocer. El lugar reiterado en cualquier ficción. Y que se transforme ahí mismo, si así quiere, de especie en especie, hasta conjurar la expectativa antes que el pánico. Fobia, duelo.
La certeza, por fin, en la carne.
Toda plegaria vuelve en forma de lepidóptero o ave.
Anfiteatro
La oscuridad rige el espacio
en la filas que conforman
la última parte del teatro.
Hay butacas, hombros, cabezas.
Estoy acomodada delante de una columna.
Conozco al dedillo el rito del escenario
aunque siempre he sido, sólo, una espectadora.
Aunque sólo he estado en un teatro dos veces.
Creo que es conocimiento instintivo.
En la memoria de mis genes este momento se ha configurado antes.
Me conmuevo con lo que registro en los ojos
y los oídos y me echo a llorar como una cría, porque
en este sitio tan ajeno,
con la cara y el nombre ocultos,
me he reconocido.
Acontecimental
Era sobre el amor
o el deseo.
No sé.
El amor también es acontecimental.
La certeza no encuentra sitio en el incendio.
Es la pérdida.
¡Empaca tus cosas, cariño! Nos vamos al futuro.
Azul.
Azul en todas las habitaciones de este planeta.
El fuego que arde en ellas la ruptura de la simetría: un acontecimiento.
Futuro en las llamas que entran por la fuerza a los establos, los autos, las habitaciones.
¿Dónde estamos? En la vagina de un robot.
Tú siempre hieres a aquél que amas.
¿Dónde estamos? El deseo es también la pérdida.
La Caída misma.
Una partícula
azul
emerge de la Nada
toma prestada su energía del futuro
y la paga con su aniquilación
Era sobre el amor…
no sé
Texto fusión: poema propio , Acontecimiento de Slavoj Zizek (fragmento), Blue Valentine de Derek Cianfrance (diálogos).
Daniela Dávila, obtuvo el estímulo PECDA 2018-2019. Ganadora del segundo lugar en el torneo de poesía, Adversario en el Cuadrilátero, 2013. Ha publicado la plaquette Estampida (VersoDestierro, 2013). Su obra se encuentra en diversas antologías nacionales e internacionales y en publicaciones como La Colmena (UAEMéx), Periódico de Poesía (UNAM) y Círculo de Poesía.