Aunque hay personas que consideran que no debería hablarse de literatura femenina porque solo existe la “literatura”, sin más, las escrituras y las múltiples voces de mujeres han demostrado, a lo largo del tiempo, que hay y habrá una literatura femenina mientras sigan existiendo desigualdades patentes y legalizadas entre los hombres y las mujeres. Las mujeres, conscientes de ello, lo expresan cada cual a su manera, pero partiendo de este sustrato común que las une.
En Argelia, país que ha sufrido largas penas durante su historia, cuyas consecuencias han afectado fuertemente a las mujeres, éstas han luchado de diversas formas para adquirir un estatuto digno como miembros de la sociedad. Uno de sus medios de combate es la “palabra”. Con su palabra han denunciado la extrema injusticia cometida contra el pueblo argelino durante la larga ocupación francesa de su país que finalizó a mediados del siglo XX con una guerra de liberación en la que las mujeres se implicaron también con las armas. Con la palabra, y en plena independencia del país, han protestado contra los abusos de los que han sido objeto y han reaccionado con firmeza contra el papel reductor que se les ha querido imponer mediante unas leyes reacias al cambio. Han alzado la voz siempre cuando se ha pretendido acallarlas.
Hoy el número de poetisas o poetas (llámense al gusto y convicción de cada persona) ha crecido y el tono de su voz se ha amplificado. A las pioneras de la palabra y del verso se han unido a lo largo de las últimas décadas nuevas generaciones de mujeres que han ido ampliando el ya profuso abanico temático que libera el verbo y las conciencias.
Las doce poetas que he seleccionado para la revista La Otra son Myriam Ben, Assia Djebar, Aicha Djellab, Rabia Djelti, Anna Greki, Souad Hadj-Ali Mouhoub, Souad Labbize, Zineb Laouedj, Ahlam Mostaghanemi, Samira Negrouche, Lamis Saidi Y Zhor Zerari, que no son suficientes para representar a todas, porque son muchas las argelinas que escriben, pero reflejan su voluntad de hablar y de hacerse oír. Además, lo hacen en distintos idiomas: escriben y declaman sus versos en árabe, en tamazight, en francés…
Aun siendo consciente de la importancia del idioma y de la carga emocional y reivindicativa que significa para cada autora su propia lengua de expresión, he optado por presentar los poemas únicamente en castellano –gracias a las traducciones de Jeannine Alcaraz, Lila Benlamri, Jacobo Bergareche, Lamis Saidi y mías–, simplemente para evitar caer en un desequilibrio lingüístico y solo con el fin de dar prioridad al mensaje que estas mujeres transmiten.
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