Poetas al ruedo:
Poemas de Ángelo Agüero


El señor que se arrodilla ante la ropa es bárbaro, la barbaridad de mi tumba,
el oro y la rosa plateada, mi hueso corre entre venas que ya no pueden latir.
Quisiera estar en donde nunca quise, querer es parte de mi sangre.
Yo me planteo mucho en la ruta mientras camino, quisiera estar al lado de dios
pero todos dicen que no creo en él.
Quisiera tener dos vidas y resucitar, volver a ser pequeño, tener y ser
un nene de cinco años, no estar en una tumba cerrando los ojos con fuerza.
Mi cuerpo y el planeta se quedan a secas, poco a poco, dentro de mí tengo a mi madre.
Un lobo sale a las doce de la madrugada y lentamente cierro los ojos y
la tumba es un mantel y una caja plateada y yo me voy
de tantos pecados que he cometido.
Entonces despierto
en una tumba dorada
cerrada con clavos
mi calavera sale
parte por parte y
hueso. 

II 
Quisiera ser el papel que nunca se quema y que mi carne no la coman los gusanos
y que mi alma fluya como las arañas por las paredes.
Quisiera una cruz que no sea pesada y que mi mano no tenga clavos y que el clavo
no tenga punta.
Que mis huesos no sean duros ni tampoco blandos.
Quisiera un motor que no tenga energía, estoy sentado en la cárcel que no tiene rejas.
A veces estoy confuso porque tengo una mente que no es caliente.
Tengo una calavera que día a día sale del alma que realmente tuve
pero se fue.
Quisiera tener una sangre que corre mientras camino por el atardecer.
La cabeza no fluye como tiene que fluir.
Tampoco quiero que desaparezca el hombre.
Tengo dos ojos que sienten pero no ven, tengo venas que traspasan
pero no laten.
Desearía tener un tiempo que no tenga número y
solo me quedo.
El mundo no es redondo de tanta simpleza que tiene.
Quisiera que desaparezca la maldad, tener una inteligencia que nadie tiene.
Quiero ser un ser que no tenga nombre, ser extraño y que mis ojos vean
lo que nadie ve.
Tuve un arma que no tenía balas pero explotaba cuando menos imaginaba.
Tener una vida de papel es como yo, el vago
con 200 caras a la vez. 

III 
Estoy en clase triste y jodido de la vena por donde corre mi sangre color rojo.
Miro a través de mis ojos, de la pupila, de mis pálpitos, el corazón al 100%.
Día a día mis iras son dobles, las cadenas giran alrededor mío.
Hago muchos giros por el mundo, tengo doble, un vagabundo,
antes estaba en el extramundo y muero de lasitud.
Subo y me siento mal, estoy condenado a una azotea,
colgado de los techos, ebrio.
Se me rompió la turbina del motor de un auto (cero kilómetros) que
va a 250km por hora, se choca y del chasis
salen los órganos.
No se puede armar la cuerda de mi garganta, de mi voz se va,
como el viento, se va,
como Tarzán se cuelga
del árbol de oro. 

IV 
A veces tengo nublada mi vida, negra como la armadura, muy negra.
Tengo balas que salen de mi corazón, soy yo.
A veces digo que estoy bien pero la gente me dice que salí de mi ser,
aunque mi alma vivía todavía, hasta las 3 de la mañana.
La sangre se pudrió y la pusieron en una iglesia para orar por mi cuerpo,
La posaron encima de mi ser y el cura me dijo:
“ante tu muerte vendrás conmigo y estarás bien como el avión
que volaba lentamente”. 


Tengo una bala en la mano, disparo y ya no sé qué hacer.
Hago poesía porque crecía como la base de Cancerbero que agarró un arma y
mató a un chico que mató por defender su alma y
se separa del cuerpo.
Yo siempre digo “sigo feliz” pero en realidad no lo soy.
Miento para que no se preocupen nada.
Cuando tienes un arma sin cartucho, cuando se pierde un zapato y
 ya no tiene su suela.
Estar solo es mejor porque el puñetazo te rompe pero
un cuchillo atraviesa un cuerpo que hace mucho ya no vive.
Una bala te mata y te deja
en una tumba. 

VI 
Cuando confíe en una persona será el fin del mundo.
Paso la mano pero no el codo, tengo un 38 en mis manos y en la mente
pero recuerda, una bala de oro se oxida.
Cuando era un chaval siempre pensaba cómo ser mejor día a día.
Iba corriendo a hacer cosas que no imaginaba hacer.
Me di cuenta qué es estar solo, sentado en una habitación llorando y
sacar agua para la lombriz que corre dentro de mí.
Rimo con astrología, me gusta la monotonía. Vine de una mina de oro.
Tengo dos monedas que giran alrededor como un arma sin balas,
como un ave cuando deja a su madre.
La tierra está llena como una torta cuando la partes
(por arriba está lo mejor).
Tengo ganas de sacar una canción,
que a la gente le parezca que estoy feliz.
(La felicidad es como el mar cuando está feo y te mata). 

VII 
Tengo mucha venganza pero una vez he visto que la venganza mata por dentro.
Morir callado con los ojos abiertos porque la gente llora.
Cuando un ser querido muere, los ojos ven, los sentimientos se sienten,
las emociones amargan. Es como el tren del pasado, corriendo día a día porque
los versos salen de mi boca como si fueran balas blancas.
Pon mis versos en un ordenador, se quedarán plasmados en una hoja como la tinta de 1988.
Las palabras seguirán y vivirán dentro de mí y de mi cerebro.
Gracias, nunca te vayas alma, eres como el reloj de arena
porque cuando gira te das cuenta de que hay
mucho tiempo
para acabar. 

VIII 
Fallar y perder es parte del ser un caminante,
El uso de la calavera que sufrió en su pasado y se fue.
Fallar es la fatalidad de tantas veces, como los peces sin aleta,
el pájaro sin pico ni alas que andaba con los pies de tantas veces
que se refugió en la nube de el sol que calienta y el inútil exclama:
¡Podré estar sin el alma de donde nací! 

Ángelo Agüero: Es un joven poeta de 17 años, que asiste a la escuela secundaria en España, país en el que actualmente reside y que ha encontrado en la escritura desde temprana edad un refugio seguro para desde la soledad de un adolescente construir un universo propio, haciendo exploraciones en el lenguaje.  Su poética abre las ventanas a un mundo interior que sorprende con las imágenes y la temática que aborda en estos versos libres y sin ningún tipo de métrica, un tanto melancólica y de desazón por la vida, más allá de todo es ese sin sabor que aflora en cada uno de sus versos, cómo si le pesará la vida, le pesará el mundo e incluso podría pensarse que el autor tiene cierto inconformismo a la vida misma. Aunque sabemos que estamos entrando al terreno de la especulación, sus versos están alejados de artificios, sus letras son orgánicas que van y vuelven al centro de su ser.
Cuando leímos los versículos de Ángelo, por una extraña razón recordamos Arthur Rimbaud el poeta francés conocido también como haber sido uno de los “poetas malditos” del simbolismo francés. Hacemos esta referencia, no por lo semejanza en su manera de escribir propiamente, más bien, porque tal y como lo hiciera su predecesor, Ángelo es apenas un chico que ha encontrado en la poesía una manera de poetizar su propia existencia, casi de manera referencial, en un tono sombrío, como ese grito desesperado que damos a mitad de la noche.  Sólo esperamos que siga afilando el lápiz por mucho más tiempo que Rimbaud, que con apenas 20 años de edad, por decisión propia, decidió abandonar la escritura de manera definitiva. Pero no sin antes regalarle al mundo su obra cumbre “Una temporada en el infierno”
Por su parte, Ángelo Agüero nos envía un poema escrito en versículos y dividido en siete partes o siete poemas. El tema es un YO lírico en conflicto consigo mismo, hay una inconformidad con su ser y un sentimiento apesadumbrado que representa la bala que se menciona en varios de las partes del poema, por lo que hay una unidad, que también se da por el tono oscuro y rebelde de los versos. Sugerimos un título para los siete fragmentos. Esta frustración se acentúa con el uso de la palabra “Quisiera” que se repite tanto en la primera como segunda parte. La anáfora es una figura retórica que usa en varios momentos.
A pesar de esta coherencia, dentro de cada uno de los apartados hay versículos, frases, que no hacen mucho sentido, dentro de ese río de versos que salen a borbotones.  La sugerencia que podríamos hacerle es que pudiera centrarse en la imagen poética como revelación y no tanto en las palabras en sí, aunque quizá para el autor sea importante la reiteración de algunas palabras incluida dentro de los versículos, consideramos que más bien, desde un autoedición se podría apoyar con la utilización de las figuras literarias. Porque en el ejercicio de la escritura de la poesía principalmente hay recursos que enaltecen el poema: la imagen, el silencio y el ritmo.