Poemas:
Edinson Aladino

Gastón Baquero se convierte en pez

El pez de tinta morada,
el pez que trasegó por las aguas del Caroní,
el pez que vio los colores del leopardo
y aspiró el perfume de las flores de abedul,
el pez que siguió un río balsámico
por las selvas del Indostán
y despertó convertido en un niño,
el pez que es una isla milenaria
o un jardín asirio retoñando en Madrid,
el pez que rememora con la escritura del poeta
las otras vidas en donde era feliz.

Monólogo de José Raúl Capablanca

Mis pensamientos se redoblan
por estos blancos y negros laberintos
que he elegido, y no agotan
sus pestañas entrevistas sin temor
por los balcones
más recordados de La Habana.
La brisa y los torneos y las bahías de azogue
no revelan al ojo desteñido
el tiempo de sus cristales
ni el son detenido
de aquellas guitarras que mueren
junto al agua olvidada de las esquinas y la tarde.
Como un animal que aprieta un limón de oro
he buscado en las crecidas ventanas del invierno
el posible sueño fugitivo de la rosa
y las breves llamaradas de palabras
que ciñe el rocío al amanecer.
Me he vestido de un común silencio
para contemplar desde el tren
el rostro del horizonte apenas respirado
por la nieve y el páramo.
Hay estatuas despeinadas que avanzan
entre ríos y naipes negros
como el ropaje desbocado de la gloria.
Me he quedado junto al piano de la noche
y he visto ecos de máscaras
que rozan mi frente
y ponen mis manos en el frío de una encrucijada
para desempolvar un viejo tablero de ajedrez.
¿Dibujaré con mis manos una última jugada?
¿Escribiré alguna vez la agonía de mi fiebre?
Descanse el talle de marfil
del tablero persa
en donde he fijado mi cansancio,
mi esbeltez ligera, mis dedos invisibles
y la resurrección del alfil sobre la arena.

 

La isla de Calipso

Déjame consolarte del​​ viaje​​ de​​ tu​​ espada;
la tristeza es una ciudad en ruinas
y el poeta dibuja en los oídos de barro
la trama de tus días que es mi isla.
Déjame sorprenderte desnudo sobre la arena
recordando tu antigua vida;
tu desnudez ausente de guerrero y sabio,
de artesano y guía,
tu desnudez de rey en el destierro,
sin naufragio a barco deseado,
sin rutas o cabellera más precisa
que esta bahía a su temblor indócil.
Déjame llenar tu boca con mis senos,
navegar en lo salado,
hundirme en la cicatriz de tu muslo
y resumirte el regreso a Ítaca
donde vuelves a ser nadie,
donde nadie te reconoce y nadie eres.
Déjame sujetar tu frente con mi sueño,
darte la tranquilidad del niño
y aligerar tu rostro como un dios
que todo lo sabe y todo lo puede.
Déjame recordarte desde los sargazos de mi isla,
escuchando la luminosidad de tu barco
que se aleja sin anunciar la despedida.

 

Telaraña

Aquí yace otro revestimiento
de fineza, la silenciosa araña,​​
sus patas son escritura.

En el centro de su laberinto
tiembla el aire
y las mariposas estampan su vuelo
con los esqueletos de la tarde.

Se esparcen en la noche
las meditaciones de la araña
sobre los hilos brillantes,​​
cordaje sinuoso de la forma.

El otoño cabe en esa arquitectura​​
tan pequeña como un puño semi cerrado
y tan inmensa como el relámpago​​
o la envoltura del bosque.

La araña aquilatando el velo
al final de la jornada.
Es la base de la luz
en la fineza de la roca.

Vivir así es conversar
con la elasticidad del aire
para celebrar la suspensión
del abismo y la caída.

La araña que muere​​
para dejar su tejido
alcanza el milagro de la permanencia,
la pirámide hechizada
por la arena del geómetra.​​

 

Patio mexicano

En la mañana
revoloteo de alas indistintas
por las flores de cempasúchil.
Dalias rojas esperan los círculos del colibrí.
Todo el día acrece la ceniza del volcán.
A lo lejos, como una pintura del Dr. Atl,
la espuma del Popocatépetl
va atenuando los colores de la enredadera.
Este patio es un pequeño bosque.
Aquí se comulga con una rodaja
de mandarina que cae en los labios
y exprime sus palacios sobre el cuerpo
para enlazar nuestra sangre a la dalia,
a la enredadera,
a lo envolvente del polen
que acaricia los consejos de la hoja
recién fruncida.

del libro La prueba del jade (2024, Buenos Aires Poetry)

 

Edinson Aladino (Colombia, 1985). Escritor y crítico literario. Es Doctor en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Artículos académicos de su autoría han sido publicados en revistas especializadas de América Latina y África y ha colaborado en capítulos de libros para universidades como la de Salerno, la de Padua o la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Estuvo en una estancia de investigación doctoral en La Habana (2018), en el Archivo de José Lezama Lima que resguarda la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Entre 2021 y 2022 cursó el diplomado en Estudios Afrolatinoamericanos por la Universidad de Harvard. Hace parte de la Asociación Mexicana de Estudios del Caribe (AMEC) y del Circolo Amerindiano de Perugia. En la actualidad realiza una estancia posdoctoral en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha obtenido en Colombia el Premio Nacional de Poesía Casa Silva (2023). Recientemente publicó el poemario La prueba del jade (2024) por Buenos Aires Poetry.