Ah, Amada Mia
Amada mía,
El miedo se escapa
Mis ojos que veo en tus ojos
Parecidos al alba,
Un concierto de palacios
Resonando de tu voz,
Mi voz aturdida,
Recién arrancada de su rama
Reflejada de tu dulzura
Robada de los panales
Un dedo
Mi dulzura,
Un entierro secreto
Taladrando de tu alma,
Mi alma en los recovecos,
Lo que he estado buscando desde la eternidad…
Yo soy tú,
Eres una pizca de mí
Ah, amada mía…
Yusuf Kazak nos manda este poema amoroso y sencillo, similar a un espejo donde los amados se asemejan en su dulzura, mirada y voz. Si embargo, la puntuación hace que se lea un poco confuso. El final se vuelve todavía menos claro con el verso: “Taladrando de tu alma”, en todo caso sin la preposición: “talandrando tu alma” y este otro “Lo que he estado buscando desde la eternidad” no se entiende esa búsqueda, lo que hay, en todo caso, es un encuentro. Por lo mismo, el sustantivo “pizca”, del antepenúltimo, verso no corresponde a esa igualdad o similitud de la que habla.